El cineasta alemán Gust Van den Berghe cierra su trilogía temática del bien y el mal con Lucifer, película que se filmó en las faldas del volcán Paricutín y que presentó en el Festival Internacional de Cine de Morelia y Distrital Festival.
¿Qué te inspiró para escribir Lucifer?
Es el tercer largometraje de una serie temática que quise continuar –las primeras dos entregas son Little Baby Jesus of Flandr (2010) y Blue Bird (2011)-, así que estaba buscando una historia que alimentara a las otras, pero sin ser literal.
¿De qué trata el filme?
Es sobre personas que aprenden sobre el bien y el mal, su definición y dónde encontrarlos. Esto la hace una gran historia.
¿Por qué escogiste a México como escenario para cerrar con la trilogía?
Estuve aquí para promover otra película. Ya tenía escrito el guion. Las cosas pasan, no es algo en lo que piensas. Aquí conocí a gente muy agradable.
¿Cuáles fueron las dificultades de filmar en México?
¡La gente no habla alemán! Con Lucifer estuvimos en un lugar muy ruidoso y hacer que México guarde silencio es interesante.
Los mismos problemas que en cualquier otra parte del mundo pero en diferente idioma…
Algo así, más bien, problemas porque somos humanos. Para mí, con cada película que haces violas la verdad y la realidad. Así que cuando llegas a cualquier parte del mundo con el equipo de grabación traicionas la realidad de ese lugar. Siempre me siento mal cuando voy con la cámara y alguien o algún lugar tiene que hacer algo sólo porque tu estás filmando. Así que cada película tiene el mismo problema.
Con frecuencia se ha debatido sobre la nacionalidad de los filmes, que si es por la temática, el origen del director o por tener un equipo de producción mexicano ¿Consideras a Lucifer una película mexicana?
Definitivamente, definitivamente, definitivamente.