Desde Fruitvale Station (2013), la dupla creativa de Ryan Coogler y Michael B. Jordan ha demostrado una química poderosa que los ha llevado a contar historias cargadas de emoción, fuerza y relevancia. Juntos han dado vida a películas como Creed y Black Panther, dejando una huella profunda en el cine contemporáneo. Ahora regresan con Pecadores, un thriller social en el que los vampiros sirven como vehículo para hablar sobre racismo, redención y violencia. La cinta representa uno de los papeles más complejos en la carrera de Jordan —interpreta a unos gemelos—, mientras Coogler consolida su reputación como un narrador indispensable.
Platicamos con ambos durante su visita a México para promocionar la película.
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Fruitvale Station se estrenó hace 12 años. Ustedes han trabajado juntos desde entonces. ¿En qué crees que han cambiado?
Ryan Coogler: Creo que en que ya somos más maduros. En esos tiempos éramos muy jóvenes. Michael empezó a trabajar cuando tenía 12 años. Él tenía más tiempo de experiencia que yo cuando hice mi primera película.
Michael B. Jordan: ¡Órale! Ya han pasado 24 años desde mi debut. Qué loco.
Ryan Coogler: Es lo que te digo, empezamos hace tanto tiempo que, cuando te haces más grande, puedes imprimir más experiencias de vida a los personajes. Esas son joyas: las experiencias lo son. En esta película, en especial, es la vez que más paciente he visto a Michael. Y eso es algo que se obtiene con la edad y el éxito.
¿Qué había en esa primera vez que trabajaron juntos que ya no existe en esta nueva película?
Ryan Coogler: Cuando nos conocimos por primera vez había muchas dudas, en ambos. Creíamos que esa sería nuestra última oportunidad en una película. ¿Nos saldrá bien? No lo sabíamos. Hoy, esas preguntas existencialistas ya no existen. Ese miedo de no saber si tendríamos trabajo después ya no está. Si el resto de nuestras vidas sería estar en este medio. Sufrimos de nervios y ansiedad. Mucha presión la primera vez que trabajamos juntos, pero también existía un deseo enorme de dar lo mejor, y con paciencia se logra.
Michael B. Jordan: Claro, pero eso es normal. Creo que Coogler no ha cambiado mucho, porque desde la primera vez que lo conocí ya era alguien más maduro que yo. Tenía todo bien claro, con un sentido de responsabilidad y entendimiento desde el inicio. Ahora solo me toca verlo subir la barra de proyecto en proyecto.
¿Hay algo que te haya sorprendido de su evolución como director?
Michael B. Jordan: Que siempre está en crecimiento. Cada película que hace tiene un mayor presupuesto, actores más importantes, mundos más grandes… desde Fruitvale Station a Creed y Black Panther. ¿Sabes a lo que me refiero? Coogler creó su propia casa productora, donde también impulsa otros proyectos. Así que he tenido oportunidad de verlo crecer, y él a mí, de manera simultánea. Ahora lo veo en un proyecto muy distinto, con muchos riesgos que nunca había tomado, pero siempre fiel a lo que cree. Siempre hace cosas que significan algo para él, que vienen de un lugar personal. Tiene ese poder de inspirar a otros —directores, actores, y especialmente a mí—. Siempre me saca de mi zona de confort.
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