Mohammad Rasoulof es un cineasta que ha convertido su vida en un acto de resistencia. Perseguido por el régimen iraní, encarcelado en múltiples ocasiones y finalmente obligado a escapar de su país, su obra es testimonio de la lucha contra la censura y el autoritarismo. En La semilla del fruto sagrado, expone con crudeza la paranoia de un oficial del régimen que ve tambalear su mundo cuando el Estado intensifica su represión. La película está actualmente nominada a Mejor Película Extranjera en Los Oscar 2025, representando a Alemania.
Por esto hablamos con Rasoulof sobre su experiencia como cineasta perseguido y los sacrificios que ha hecho por su arte.
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¿Cómo nace la idea? ¿Qué querías decir cuando empezaste a escribir la historia?
Desde los 15 años he tenido muchas confrontaciones por las películas que he hecho, enfrentándome a todo tipo de autoridades y servicios secretos de la justicia que censuran en Irán. He pasado por juicios, interrogatorios y todo tipo de confrontaciones. Cada vez que me encontraba en esta situación, observaba a las personas que me amenazaban y me preguntaba: ¿Cuál es la diferencia entre ellos y yo? ¿Qué aspecto psicológico, personal o incluso biológico les permite entregarse completamente a este sistema? ¿Cómo es que se convierten en agentes de una máquina que reprime sin cuestionar lo que les pide el régimen, y por qué aceptan someterse a este sistema? Luego, en 2022, cuando surgió el movimiento Mujer, Vida, Libertad, yo estaba en la cárcel y tuve un encuentro inesperado con un guardia que vino a verme para decirme que sentía vergüenza y odio hacia sí mismo por su rol en esta represión tan violenta. Me contó que sus hijos le cuestionaban constantemente: ¿Por qué participabas en este sistema de represión? ¿Por qué ganabas la vida de esa manera? Fue entonces cuando nació la idea de contar esta historia, de hacer una película sobre una familia donde el padre está dentro del sistema y sus hijos le cuestionan ese hecho, creando una fractura entre las dos generaciones.
¿Qué sucedió cuando saliste de la cárcel y empezaste a filmar?
Cuando salí de la cárcel vi todos los videos de las protestas, lo cual fue muy impactante. Me sorprendió el valor de esta nueva generación y la violencia de la represión. Esto me inspiró aún más a contar esta historia. Escribí el guion, pero tenía otro problema: si cometía cualquier error, me volverían a encarcelar. Las condiciones eran muy complicadas, así que decidimos trabajar en clandestinidad. Al final, fueron mis colaboradores quienes me animaron a hacer esta película. Las condiciones eran muy difíciles, porque tuvimos que trabajar todo en secreto, tanto las secuencias interiores como las de exteriores. Así que creamos tres principios para poder hacerla, aunque no aseguraban que fuera seguro, sí que lo hacía posible.
¿Cuáles fueron esos principios?
El primero era tener un equipo reducido, solo unas pocas personas, como si fuera una película estudiantil para no despertar sospechas. El segundo, utilizar un equipo sencillo, nada llamativo, usando una cámara parecida a las de estudiantes. Y el tercero, que yo nunca estuviera en el set, porque si yo estaba allí, no se podía fingir que era una película pequeña sin conexión con mis posiciones. Siempre dirigí desde otro lugar, en línea, trabajando con mis asistentes. Así hicimos toda la postproducción. Mi montador estaba en Alemania y le enviábamos las imágenes diariamente. También hice trabajo de montaje con él desde Irán, pero como ya habíamos trabajado juntos, nos conocíamos bien. Hacer esta película fue un milagro, pero al final pudimos terminarla en estas condiciones.
Si quien te inspiró era un hombre, ¿por qué contar la historia desde el punto de vista de la madre?
En toda la primera parte de la película, el personaje de la madre tiene un único objetivo: mantener la cohesión de su familia. Lo único que le importa es eso, que la familia siga unida, lo que le da un sentimiento de seguridad. Ella forma parte de una generación que recibe toda su información desde una fuente única: la propaganda y la información manipulada por el Estado. Siempre está sentada frente a la televisión, consumiendo las versiones de los hechos que le da el aparato estatal. Mientras tanto, las hijas, que son de otra generación, tienen otros deseos, aspiraciones y preguntas, y se informan a través de las redes sociales para acercarse a la verdad y multiplicar sus fuentes de información. Esta apertura que ofrecen las hijas hace que la madre se abra a la realidad de lo que está pasando y al comportamiento de su marido, uniendo finalmente a las hijas con ella. A través de esta evolución, la madre va tomando conciencia.
¿Qué significa una nominación al premio Oscar para ti y para la película?
Los premios como los Oscar tienen un impacto en la visibilidad de las películas, en abrir más puertas para los públicos mundiales. Tienen una cierta importancia e impacto en el futuro profesional de los directores y el equipo que trabaja en las películas. No se puede negar la relevancia de estos premios en el cine. Curiosamente, no es diferente en Irán: el público iraní también sigue con atención los premios Oscar, el reconocimiento internacional hacia las películas iraníes y el impacto que esto puede tener en cuanto a visibilidad y relación con el mundo entero.
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