Cuando vimos Emilia Pérez una de las preguntas que más saltaron a nuestra mente fue, ¿en qué pensaban los que hicieron esto? Podríamos acusarla de trivializar la violencia causada por el narcotráfico que ha costado la vida de cientos de miles; o de apropiación cultural por usar a México solo como escenario para contar una historia de complacencia anglosajona. Sin embargo, eso no responde del todo nuestra pregunta inicial. Es por eso que hablamos con el mismo director, Jacques Audiard, sobre qué ha pensado de la recepción de la cinta en nuestro país; y de qué significa para él ganar premios por una película que (en un hecho sin precedentes) obtuvo 13 nominaciones a los Oscar 2025 a pesar de las múltiples críticas desde el país en que supuestamente se desarrolla.
Este mexicano sí nos representa en los Oscar, hablamos con
Carlos Diehz de Cónclave.
La película habla de la violencia y cómo puedes cambiar de envase o género, pero la violencia siempre está adentro y sale de manera explosiva.
Me parece llamativo que lo menciones porque realmente en la película solo hay un par de escenas cargadas de violencia y salen hasta el final. Está presente, pero aparece como amenaza. Es inevitable la violencia y, a la vez, es algo relacionado estrictamente al patriarcado, la virilidad y la condición de los hombres. La pregunta que yo quiero hacer aquí es si, al hacer una transición, se puede romper el círculo de la violencia. Emilia es un personaje ingenuo y lo llega a pensar, aunque en el transcurso ves que es una constatación de la muerte del romanticismo.
¿Qué opinas de las distintas interpretaciones (y quejas) que han salido de tu película en México?
Los que ha sucedido en México con la película es algo que apenas descubrí. Yo soy un hombre mayor que no usa redes sociales, entonces no me doy cuenta de lo que sucede más allá. Me acabo de enterar de lo que ha suscitado en México y lo entiendo porque tuve esa audacia de situar mi historia en este país. No puedo hacer eso y luego decir que no lo hice a propósito. Esto da para hablar largo y tendido de la función del cine en general, pero me voy a centrar en lo de ahorita.
Entonces, ¿crees que la película tenía cosas que iban a molestar?
Yo creo que el cine no está aquí para aportar respuestas, pero sí tiene como función plantear preguntas. Y no me pueden reprochar el hecho de hacer preguntas, pero si hubiera dado respuestas, estarían en su derecho de reprocharme, porque hubieran sido respuestas incorrectas. Yo no puedo aportar respuestas a problemas que ni siquiera me conciernen de manera directa. Yo sabía, cuando la estaba haciendo, que la película tocaba puntos delicados y me sentía incómodo con ellos. También me preocupaba cómo iba a reaccionar el público. Mi punto no es ofender a la gente con mi trabajo. Si realmente ofendí a alguien en México con esta película, les pido una disculpa.
Del lado musical, ¿cómo fue la creación de ella y con cuál decidiste empezar?
La primera escena que escribí y dirigí fue la primera escena que ven en la película. Decidí hacer esto porque en la película había dos escenas que me parecían difíciles, dos paredes gigantes difíciles de escalar. Entonces dije: si voy a empezar, debe ser con lo más difícil, porque si salimos adelante de esa, saldremos adelante de todas las demás. Tenía a Zoe Saldaña ahí lista con la coreografía de Damien Jalet. Digo acción, Zoe se pone a cantar, llegan los extras y se me olvidó que estaba dirigiendo para ver el espectáculo presentado. Sentía que era algo que yo debía pagar para disfrutarlo.
¿Qué significan para ti los premios?
Depende de cuáles premios, porque yo distingo los premios que entrega la gente con la que comparto la profesión y los premios entregados por la crítica o el público. Todos son increíbles, pero los que entregan mis colegas me conmueven porque son ellos los que dicen: tú lo hiciste bien, y nosotros sabemos de eso.
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