Tenoch Huerta presenta Hijo de Monarcas
Foto: Cortesía de la producción
Foto: Cortesía de la producción

El biólogo y cineasta Alexis Gambis presenta Hijo de Monarcas

Protagonizada por Tenoch Huerta, esta película aborda la migración de la mariposa monarca

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La película Hijo de Monarcas es un viaje introspectivo por la historia de un biólogo mexicano radicado en Nueva York quien se dedica a estudiar a las mariposas monarca. Protagonizada por el actor Tenoch Huerta, la cinta busca enaltecer la migración de este emblemático insecto que recorre cuatro mil kilómetros a lo largo de tres países para reproducirse en sus santuarios en el Estado de Michoacán. De la misma forma que una monarca, Mendel el protagonista, viaja a México para encontrar su identidad y para enfrentarse con los traumas de su pasado. 

Conversamos con el director de Hijo de Monarcas, Alexis Gambis, cineasta y biólogo franco-venezonalo sobre este filme que llega a las pantallas de México a partir del 25 de mayo. 

Me llama la atención que tienes una formación como biólogo, ¿de ahí surge la idea de acercar a los espectadores a la ciencia a través de historias ficcionadas? 
Soy biólogo de formación, entonces pasé casi 10 años, un poco como el personaje de Tenoch Huerta, en un laboratorio estudiando la vida, haciendo disecciones. Entonces el impulso es el discurso científico para llegar a los temas sobre la identidad, sobre la identidad biológica, sobre estudiar, investigar y hacer disecciones son metáforas que me llevan después a las historias personales. Aunque hago cine, mucho de mi trabajo tiene un proceso de investigación, entender en este caso, cómo se estudia la mariposa. También los problemas que tenemos ahorita con el cambio climático, con la deforestación, con el peligro de la mariposa y eso va alimentando la historia personal de la película. La familia, la identidad, la migración y todos esos puntos que se abordan en la película.

Además la Mariposa Monarca se presta para hablar sobre la migración porque es un insecto que viaja por tres países para llegar a Michoacán, haces un paralelismo con el personaje de Tenoch que también tiene que vivir este proceso migratorio. 
Exacto, la mariposa migra y es una migración cíclica. También es una migración que empieza en Canadá, pasa por los Estados Unidos y llega a México para su descanso hibernal. Llegan allá en la época del Día de los Muertos, al inicio de noviembre y empiezan su hibernación durante varios meses y después vuelven. Es una migración cíclica y lo interesante de la mariposa, es que efectivamente ha sido como un símbolo del migrante, de la persona que emigra como un tipo de de metáfora y lo que me pareció muy interesante es que en cada país, la mariposa tiene varias identidades. En cada país quieren tomar control de esa mariposa. Es el orgullo de los tres países, pero al mismo tiempo se le está haciendo daño a la mariposa, porque está en peligro. La población ha disminuido y por eso se debería hacer una colaboración entre todos los países para salvarla. Me parece un poco paradójico que estamos fascinados con la mariposa, pero al mismo tiempo somos culpables de lo que le estamos haciendo, por eso me pareció una metáfora para hablar de un científico, de un mexicano que vive en Nueva York y está también buscando sus raíces, de dónde viene y al final se da cuenta que, como la mariposa, él tiene varias identidades. Otro aspecto que me pareció interesante con la monarca, es que representa la ciencia, la cultura y la sociedad. 


Nutres tu historia con un entorno mágico, onírico, cuéntanos sobre estos elementos que desarrollaste a la par del tema científico, porque pareciera que chocan, porque la ciencia y el chamanismo como que no dialogan mucho. 
Para mí sí dialogan. Porque para mí la ciencia es un discurso filosófico y se une muchas veces al realismo mágico, también la idea de mirar por el microscopio es casi un mundo súper natural. De alguna manera el pueblo de Angangueo, que es el pueblo donde él personaje regresa, es un poco como el pueblo de Macondo, de García Márquez en Cien años de soledad. Es un pueblo mágico que al mismo tiempo tiene sus problemas reales, económicos con las minas. Entonces en mi cine me gusta mezclar el documental y la ficción y también mostrar que la ciencia nos lleva al ritual, a la parte espiritual. Muchas veces en la película, cuando él está en el laboratorio mirando por el microscopio, son los momentos de transiciones. Esos son los momentos que te llevan a la infancia, al sueño, por ejemplo a la pesadilla o al deseo. Y siento que en la ciencia hay mucho de eso también, porque siempre hablamos de la ciencia como algo muy factual, un discurso que se tiene que explicar bien, pero siento que también hay que celebrar un poco la poesía y qué significa ser científico, porque ser científico es una pasión. 

El personaje que interpreta Tenoch Huerta vive un poco atormentado por su pasado, la búsqueda constante de su identidad en otro país y también su identidad en su propio país, pareciera que se siente rechazado en ambos lugares.
Si la película fuera un ensayo biológico sería una disección sobre la identidad y quiénes somos. Él estudia la identidad de la mariposa, cómo la mariposa genera los colores y los patrones del ala, por ejemplo. Creo que en la búsqueda de quiénes somos, surgen todos los traumas de la familia, los conflictos con los hermanos y también creo que estamos en una época donde mucha gente tiene varias identidades. Vienen de diferentes países muchos inmigrantes como yo, porque soy franco-venezolano, viviendo en Nueva York, o sea, yo también me pregunté muchas veces de dónde soy. En el momento donde el personaje empieza a tocar eso, esa parte casi biológica le surgen todos los conflictos, el trauma y eso empieza con la muerte de la abuela. Porque ella representa todo, como su estabilidad, es ahí donde empieza a estar un poco atormentado por su pasado. Y como sus padres murieron en una inundación surge el deseo de querer volar como una mariposa para sobrevivir. Son muchos temas y yo quería expresar ese caos de lo que somos en la película. 

Tienes un elenco muy sólido: Tenoch Huerta, Noé Hernández, Angélica Aragón, Lázaro Gabino Rodríguez, Paulina Gaitán. Un grupo muy sólido de actores mexicanos para darle fortaleza a tu historia. ¿Cómo fue el proceso de casting o decidiste invitarlos a participar directamente? 
La formación de una película es un proceso constructivo, hay varias etapas. Yo antes de hacer un largo siempre hago cortometrajes. Entonces fuí a Michoacán y empecé a filmar varios cortos y con esos cortos empecé a conocer gente, a productores, a actores y en algún momento alguien me presentó a Tenoch y hablamos de ciencia, de su interés por la evolución, la genética y cuando se sumó Tenoch que fue al inicio de todo eso, yo estaba escribiendo el guión. Ahí se fue sumando más gente con quien hablé de la película y que quería hablar de la migración de otra forma. Porque las películas entre Latinoamérica y los Estados Unidos empiezan a hacer la migración llegando al sueño americano, cruzando la frontera, y yo quería hacer algo distinto, sobre alguien regresando a México. Recuerdo que Paulina (Gaitán) me dijo que tenía pocos días pero quería participar, Noé Hernández también se interesó porque pasa mucho tiempo en el campo y está involucrado en un festival sobre Medio Ambiente. Lázaro Gabino también le encantó el personaje del amigo que se quedó en Michoacán, pero también está muy interesado en la ciencia. Cuando trabajo, me gusta tener la participación de los actores en la construcción de los personajes.

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