Rencor Tatuado llega a las salas de cine de la CDMX
Foto: Cortesía de la producción
Foto: Cortesía de la producción

Diana Lein protagoniza la nueva película de Julián Hernández, Rencor tatuado

Platicamos con la actriz sobre el papel que asegura le ha dedicado 10 años

Anaid Ramírez
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Desde inicios de 2000, la actriz Diana Lein ha demostrado sus dotes actorales en cintas de comedia, romances, fantasías y dramas, dando vida a múltiples personajes: desde la mitológica Eva (Adán y Eva), hasta estrellas de la época de oro del cine mexicano, como Fanny Kaufman “Vitola” (Cantinflas). Dentro de ese abanico de caracteres, Aida, su rol en Rencor tatuado es "el personaje con el que más he trabajado”, comenta.

El filme está ubicado en el México de los noventa, cuando la policía es cómplice de los delincuentes. En medio de toda ese nido de impunidad aparece Aida, una justiciera que seduce a los abusadores, los narcotiza y los tatúa para que no olviden sus crímenes.

¿Cómo te sumas a esta producción?
Hace casi 10 años, Julián Hernández (director) me habló y me dijo que estaba preparando un nuevo proyecto. Era todo un misterio todavía, sabíamos que era una historia sobre mujeres, pero nada más. Fuimos a una sesión de fotos, después me enteré que el guion era de Malú Huacuja del Toro (Un crimen sin faltas de ortografía), lo cual me dio una alegría inmensa, porque es una escritora que admiro desde hace muchísimo.

Durante una década que se pausó el proyecto, ¿tuviste presente a Aida? ¿Cómo la fuiste reconstruyendo en ese tiempo?
Es el personaje con el que más he trabajado. Aida es una artista visual y como yo soy absolutamente negada para esas cosas; entre las cosas que hice durante ese tiempo fue estudiar un poco de fotografía, aprendí a revelar. Me la pasaba tomando fotos pensando en lo que le interesa habitualmente a Aida, en cómo ve el mundo, llené mis cuadernos de recortes de cuanto hecho violento encontraba hacia las mujeres, lo estudiaba, lo analizaba.

La película presenta a tu personaje como una especie de justiciera. ¿Qué figuras reales o ficticias fueron referentes para ti?
Hace algunos años hubo un caso (2013) de una mujer llamada Diana, que fue una vengadora de Ciudad Juárez. Mató a dos choferes de una ruta de los peseros: se subía en las mañana con una peluca rubia, les dio un tiro en la cabeza y los mató. Iba concretamente por ellos. Después salió un comunicado, presuntamente de ella, diciendo que era una venganza porque estas personas habían violado a las chicas que van camino a la maquila todas las mañanas. Una referencia muy concreta fue Ana Mendieta, una artista plástica que murió a los 37 años, me parece, en un incidente todavía no esclarecido; Julián me dijo que la obra de Aida sería muy parecida a la de ella.

¿Qué documentos te sirvieron para reforzar el contexto?
Leí lo más que pude para comprender lo que había visto Aida en todos estos años, porque yo no tuve mi primera infancia aquí en México, llegué en el 89 y la película transcurre en los 90, entonces para mí era muy importante tener los referentes culturales. Y antes de empezar a filmar, recuerdé que hubo un reportaje del New York Times a 10 años de Atenco, sobre las mujeres torturadas sexualmente; imprimí las fotos en grande y las pegué en mi cuarto, y varios días antes de ir a trabajar las miraba y pensaba “ojalá, ojalá, pueda estar a la altura de lo que se necesita decir, a la altura de lo que les pasó a ellas, tratar de honrarlas”.

Eres una mujer feminista. ¿De qué forma este proyectó trastocó tus ideales?
Como actores, a veces es complicado empatizar con nuestros personajes, pero ese es nuestro trabajo. En este caso, por supuesto que refuerza mis ideas. Soy hija de una feminista que, afortunadamente, me crió no en las labores femeninas, sino que como una persona independiente y siempre me recordó que las libertades que tengo las lucharon por mí otras mujeres años atrás. Entonces se preocupó de recordarme que el voto, por ejemplo, que yo no nací con ese derecho porque el mundo es maravilloso, sino porque hubo mujeres que lucharon por él y así con muchas cosas. Por supuesto que (la película) acrecentó mis ideas, también el dolor, que a veces es inmenso ver cómo una mitad del mundo sigue oprimiendo a la otra mitad. La situación actual sigue siendo muy dolorosa, pero no podemos quedarnos calladas ni un minuto más; entonces estoy muy orgullosa de esta película porque pienso que puede contribuir al diálogo.

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