En los últimos años nos hemos visto invadidos por comentarios y descalificaciones del público y de los mismos creadores de obras, ante la necesidad de tener personajes en pantalla que representen a las mujeres de una manera natural y compleja, como suele hacerse con los roles masculinos. Si bien nuestras pantallas tanto de cine como de televisión han presentado un avance concreto en la oportunidad de mujeres a cargo de proyectos en dirección, producción, guion y protagónicos, muchas veces fallan en representar el sentir de las mujeres.
El misterio de Silver Lake (David Robert Michel, 2018) es uno de tantos ejemplos en los que se presenta a un personaje femenino burdo, sin chiste, y que está ahí para cumplir los placeres carnales e imaginativos de los personajes masculinos. La historia destina todos los momentos de interacción para retratar que las mujeres son menos que todos los hombres existentes en el universo de la película.
Como espectadores, debemos de estar conscientes de esto. Si bien la trama de la película puede servir para que esos personajes giren en torno a un universo más grande, la idea de que las mujeres sean serviles solo para que las figuras masculinas avancen, en estos tiempos, nos debe de poner alertas, para saber cómo entender los mensajes y lecciones que los realizadores nos quieren mostrar.
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Bajo esta premisa, tres guionistas mexicanas han creado un decálogo en el que interpretan de manera oportuna, lo que debemos poner atención para los siguientes años. Anna Grajales, Maira Colín y Paula Rendón son guionistas mexiqueñas, que dentro de la industria se han enfrentado a momentos incómodos para que sus ideas, su opinión y su punto de vista sea representado en pantalla. ¿Pero cómo lograrlo si en la vida diaria también son parte de una separación por su género?
En palabras de Paula Rendón (Promesas de campaña, 2020): “Funciona como un punto de partida para armar y delimitar los personajes femeninos y la manera en la que hacen avanzar la historia. Los solidifica y eso permite establecer mejor su curso. En cuanto al ambiente laboral, éste se vuelve una herramienta de acercamiento entre creadores de ambos sexos, habilita conversaciones, esperando generar ambientes más empáticos”.
La conversación debe partir de ambas partes. No se trata de imponer personajes femeninos, se trata de imponer las condiciones para que nuestras conversaciones no tenga que ver con que si “está bien o esta mal” que el 007 sea femenino o masculino; sino entender que, vale la pena tener películas con roles fuertes y representativos, para poder avanzar en la idea de mejorar nuestras historias y nuestras lecturas.
“En el contexto de pandemia, y de una manera de destino, nos conocimos en un cineclub a distancia y fuimos intercambiando ideas, durante todos estos meses”, menciona Maira Colín (Salida de emergencia, 2016). “Nos conocimos mejor las tres y nos dimos cuenta de que las lecturas de las películas que veíamos en este cineclub, existía una posibilidad de crear una guía para los creadores de narrativas visuales, donde tuvieran una oportunidad de analizar sus personajes, y quitar los patrones y estereotipos, que lo único que hacían era dañar a las mujeres y creer que la fragilidad femenina era algo malo o que tenían que girar alrededor de sus personajes masculinos”.
Estos 10 puntos, sirven como una guía. No son una regla única, sin embargo, nos funciona muy bien para saber cómo analizar las películas que vemos, o cómo valorar más a los personajes que se nos han presentado como únicos y saber cómo identificar los trabajos que ayudan a esta conversación (Gambito de dama, 2020).
Anna Grajales (Just Remain, 2020) lo explica perfecto: "Este documento beneficia a creadores y contadores de historias que quieran indagar más en el tema, y representar a la mujer más apegada a la realidad. También creo que nos beneficia a todos como espectadores y espectadoras, ya que nos cuestiona lo que ahora consumimos y nos hace más alerta a la mala representación femenina. Al final, el cine, la literatura y las artes son un reflejo de nuestra sociedad".