Carlos Diehz se convirtió en 2024 en una de las nuevas promesas del cine internacional y directo desde México. Su camino hacia la actuación comenzó en un lugar poco convencional: la arquitectura. Diehz trabajó años en este rubro hasta que la pandemia lo llevó a tomar clases de actuación en línea, con el tiempo consiguió un agente del cual salió su primer gran proyecto, la película nominada a ocho premios Oscar, Conclave, que lo lleva dentro de una intriga dramática que explora los secretos y dilemas morales dentro del Vaticano.
Si quieres saber de qué trata y qué nos pareció revisa nuestra reseña.
Platicamos con Diehz sobre este proyecto que lo está posicionando como una figura en ascenso en el mundo del cine.
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¿Qué paralelismos existen entre diseñar edificios o casas y construir un personaje?
Ambos trabajos son creativos y te dan la libertad de crear algo en base a tus experiencias, a lo que tú entiendes de cómo se debe proyectar algo. Es fascinante y aunque es un trabajo creativo, el de arquitecto y el de actor, tienes que cumplir con ciertos requerimientos. Debes tener cuestiones técnicas, cómo vas a ejecutar el proyecto arquitectónico y cómo vas a proyectar ese personaje en un escenario donde hay cámaras, luces, otros actores en movimiento. Yo veo ese paralelismo, además de que, como arquitecto, tienes autoridades, o sea, un cliente que te dice: okay, está bien, cumpliste con lo que se pedía y de este lado tienes al director al director, al director de casting, a los productores que están que te dicen si están conforme con lo que estás esté realizando en el set.
También la arquitectura, debe de seguir ciertas reglas y normas, igual que el Vaticano, ¿Cómo ves justamente estos dos mundos tan distintos, pero con similitudes?
Bueno, no había pensado exactamente en eso, pero sí, así en el Vaticano tiene sus reglas y las han ido desarrollando durante siglos buscando que sea lo mejor desde sus principios de espiritualidad. Ellos cumplen con ciertas formalidades, ciertos procedimientos administrativos o de ritual y la arquitectura también. Entonces tiene ciertas libertades, cierto juego y posiblemente el Vaticano es más estricto. La ley canónica es más rígida. A pesar de eso, puedes encontrar a cardenales que son liberales. Existe variedad al igual que en la arquitectura.
¿Cómo fue el proceso de casting?
Cuando salió el llamado de casting, que vio mi agente, era la tercera ronda, ya habían buscado otros actores en diferentes regiones del mundo hasta que lo abrieron a nivel mundial, era un casting abierto y fue cuando lo encontró mi agente y me dijo: este personaje eres tú, la descripción física eres tú. entonces lo leí y me recordó a que cuando yo era joven quería ser sacerdote, misionero, etcétera. Esa fue una inspiración muy grande. Fueron tres meses de casting, prácticamente una audición cada mes y luego un mes más antes de empezar a filmar. Investigue sobre sacerdotes, santos y todos los que se entregan tanto a la fe que casi perdían la vida. Eso me ayudó a construir a este personaje. Al mismo tiempo tuvo que hacer un proceso interno para poder ir perdiendo el miedo estar enfrente a estos increíbles actores, que no me diera pánico escénico. Fueron cuatro meses de estudio y de práctica.
¿Cómo lo hiciste?
Es que no era nada más estar frente a la cámara, era hacerlo al lado de Ralph Fiennes, con quien compartía todas las escenas que yo tuve en la película. Entonces estudié películas, entrevistas, conferencias de Ralph para entender cómo habla, se mueve y expresa cierto tipo de emociones en la escena. De esa manera pude ir perdiendo el mentado "startruck" que le llaman cuando queda deslumbrado por una estrella de cine. Tuve que verlo como un colega en la actuación, pero no un igual porque para nada voy a ser igual que él, ni que ninguno de ellos. Tuve que aprender a perder esa ansiedad para poder entregar algo que fuera suficiente para estar en la escena.
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