En efecto, es rosa, muy rosa. Pero ¿qué más aporta la película además de una escasez de pintura? Greta Gerwig toma todo lo que representa Barbie para cuestionarlo desde una mirada contemporánea. Se aleja de las historias de fantasía a las que estábamos acostumbradas en la cinematografía animada para darnos una cinta inteligente y divertida con críticas y análisis.
La película comienza en Barbie Land, un mundo en el que la perfección se ha convertido en monotonía, al menos para Barbie (Margot Robbie). Ella intenta negar estos cambios de pensamiento hasta que comienzan a materializarse en su persona. Ahora sí, es momento de la acción porque, para repararlo, debe salir al mundo real y encontrar a la niña que juega con ella para descubrir el causante de sus cambios. Ah, y Ken (Ryan Gosling) se suma a su aventura.
Una salida al mundo real es suficiente para que Ken “aprenda” sobre el patriarcado —lleno de testosterona y caballos— e intente instaurarlo en Barbie Land, un espacio hasta ahora gobernado y dominado por mujeres. Esto lo complica todo, la misión ahora es salvar la tierra de fantasía mientras Barbie intenta seguir siendo lo que le dijeron que debía ser, un estereotipo. También hay altos mandos de Mattel persiguiendo a la muñeca en fuga.
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No es hasta que nuestra protagonista llega al mundo real, que la historia comienza a sentirse más fresca y con un mejor ritmo. No hay que ponerle mucha atención para descubrir todas los temas sociales que toca: desigualdad de género, crisis existencial e incoherencia social de parte de las empresas, por no decir hipocresía. Y el romance no podía quedarse de lado (son Barbie y Ken), así que también vemos la deconstrucción de estas ideas relacionadas al amor en pareja, pero para nada es la historia central.
Todo el público puede disfrutarla, aunque sin duda se creó pensada para una audiencia adulta. Así que si recuerdas con cariño largometrajes como Barbie Fairytopa y El Lago de los Cisnes, aquí no tendrás algo como eso, pero sí tendrás la añoranza provocada por la Casa de los Sueños de Barbie, pero mezcladas con la cruda realidad del mundo real y la vida adulta. Incluso sales conociendo a la creadora de estas muñecas. Su duración de de una hora y 54 minutos.
La fotografía (por Rodrigo Prieto), la dirección y las actuaciones no decepcionan y merecen una mención especial. Y hablando de cosas especiales, no puedes perderte el monólogo de America Ferrera. Está cargado de poder y verdad, algo que vivimos y sabemos, pero que ella lo resume bastante bien.
Al final, la película realmente dice ¡todas somos Barbie! Y no por ser perfectas o porque encajemos en alguno de sus “tipos” de muñeca, más bien porque Barbie se ajusta a nosotras, siendo como somos y tratando de enfrentar la vida como mejor podemos. Un poco romántico, sí, pero también un mensaje (y final) sincero, de esos a los que nos tiene acostumbradas Greta.