Inspirada en los personajes del libro Las niñas bien —una recopilación de columnas de Guadalupe Loaeza en el periódico unomásuno— Alejandra Márquez Abella retrata a la clase rica de las Lomas —en la Ciudad de México— y los problemas económicos a los que se enfrentan durante la crisis de 1982.
En 1987 la escritora Guadalupe Loaeza se dio a conocer con el libro Las niñas bien, texto que hizo una fuerte crítica a la alta sociedad —desde la alta sociedad— a través de personajes femeninos que vivían los pesares de perder sus privilegios durante la devaluación del peso, en la presidencia de José López Portillo.
Tres décadas después, la directora Alejandra Márquez Abella presenta la película Las niñas bien que retoma el espíritu del libro en una historia basada en sus personajes, interpretados por Ilse Salas, Cassandra Ciangherotti, Paulina Gaitán y Johanna Murillo.
Conversamos con Alejandra para conocer detalles de esta película, que llegará a las pantallas de México el 22 de marzo.
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Después de tu ópera prima Semana Santa, te embarcaste en un proyecto muy ambicioso: Las niñas bien, ¿de qué forma llegó a tus manos?
Woo Films —que son Rodrigo González y Rafa Ley— contactactó a Guadalupe Loaeza y se hicieron con los derechos de varias de sus obras. Pensaron en mí para escribir y dirigir Las niñas bien. Al principio fue una invitación un poco rara porque no sabía bien que querían hacer con este material. Para mí, como para muchas personas, lo primero que se venía a la mente era una comedia que hablara sobre la diferencia de clases, de una forma frívola o chistosa. Me asustaba hacer una película que no profundizara en estos temas, que me parece importantes para el país. Finalmente tuve la gran suerte de sobrepasar mis propios prejuicios sobre el material, de trabajar con ambos productores; me dieron muchísima libertad para escoger el tono de la película y un poco el rumbo que tenía que tomar. La misma Guadalupe se mantuvo muy al margen del proyecto y tuvo la generosidad de darme libertad creativa.
¿Por qué decidiste hacer una historia basada en los personajes y no la adaptación del libro?
Porque el libro no es una novela, sino una compilación de crónicas que ella publicó a lo largo de tres años en el periódico unomásuno. No hay una historia que atraviese todo el libro, más bien son pequeños relatos que cuentan el espíritu que tiene la película: durante la crisis, cómo estas mujeres de clase social alta, en la Ciudad de México, atraviesan un declive económico. Esto es un poco lo que unifica todos estos relatos, y eso es la trama más obvia al leer el libro. Por eso pensé que sería más interesante retomar estos personajes que también surgen en el libro Compro luego existo, también de Guadalupe Loaeza.
Logras hacer un drama ácido, que incluso transmite la molestia y la incomodidad de las protagonistas. ¿Cómo fue el proceso de crear esta narrativa?
Para mí fue muy importante tomar lo que en papel era una sátira y convertirlo en algo alejado de la farsa. Estamos muy acostumbrados a las películas que hablan de la oligarquía y de la clase dominante desde la comedia, entonces terminan redimiendo a los personajes, en vez de criticarlos y cuestionarlos. El drama era el más indicado para entender cuáles son sus motivaciones, sentía que era momento de tomarnos en serio su tragedia, aunque fuera difícil relacionarse con ella porque en realidad son personajes que están perdiendo un privilegio en teoría, pero tampoco están perdiendo muchas cosas, es un poco la reacción ante la posibilidad de perder el poder. Siento que muchas veces las crisis se han revisitado en el cine o en la literatura desde los perdedores, desde los más oprimidos y esta fue una posibilidad de hacerlo enfocándonos en los de arriba. Me pareció que eso nos revelaría algo de lo que ha predominado en este país durante muchos siglos.
Foto: Cortesía IQ
Pasaron 30 años desde la publicación del libro, en la revisión que hiciste de la sociedad encumbrada, ¿consideras que aprendieron de su propia historia las niñas bien de ahora?
No, se nos ha agudizado el problema. Siento que las niñas bien o el círculo social que representa ha crecido, eso significa que las diferencias sociales se han agravado y que la aspiración de la población, y los modelos de éxito que tenemos a la mano, nos dicen que solo ese tipo de personas la pueden tener algún tipo de éxito. Me parece que justo esta es una película en la que la época nos sirve para darnos cuenta que las cosas no han cambiado, al contrario, no hemos aprendido mucho.
Cuando este texto salió eras una niña, cuéntanos del proceso de documentación y el reto de recrear la década de 1980.
Pues sí, justo nací en 1982, así que fue muy chistoso indagar en el año en que naciste. El trabajo de investigación fue en varias etapas y sucedió en varios frentes. A la hora de escribir el guión tuve la suerte de tener los textos de Guadalupe, que son súper específicos de ciertas cosas, porque al final no estás hablando de México en 1982, sino de Las Lomas en la Ciudad de México, un universo bien definido. Había que observar lo que pasaba en ese lugar y en ese momento, para entender y absorber la estética y lo que rodeaba ese mundo.
Me puse a ver muchos recortes de sociales de la época, columnas y los suplementos de sociales de los diarios. Tuve acceso a álbumes de familias muy elegantes y adineradas de la época para tener ideas de cómo era, cómo se veía. Entrevisté mucha gente para entender cómo fue el momento político, no solo desde la óptica de Guadalupe.
Como justo es la generación de nuestros papás, que hace 36 años tenía nuestra edad, el tema está muy presente en el recuerdo de mucha gente. Por otro lado, el equipo de arte, que estuvo liderado por Claudio Ramírez Castelli y el vestuario por Anahí Ramos, hicieron su propia investigación y tratamos de entender el mundo al que aspiraban estas personas, cómo es la nobleza europea, qué ropa usaban, a dónde iban de vacaciones, para empaparnos de ese mundo y tratar de entender mejor a nuestros personajes.
¿Cómo fue el trabajo con las actrices?
Lo más importante fue castear a Ilse Salas, porque es una gran actriz. Al no ser una niña bien, ni entenderse así, sino como una mujer rebelde y política, estaba muy distante del personaje de Sofía y sabía que de ese contraste, podíamos hacer algo. Con todas hubo trabajo de mesa: leer el guión, platicar y analizar cada palabra del personaje para indagar qué había detrás y conocer quienes eran estas personas. Tuve la suerte de contar con unas actrices maravillosas, súper dispuestas y que el trabajo fuera muy agradable y disfrutable, entonces cuando es así, las cosas fluyen y salen bien.
Foto: Cortesía IQ/Ana Lorenzana
La música resulta vital para la narración, especialmente la incidental, que me parece muy minimalista con palmadas o solo voz, ¿qué atmósferas quisiste crear con esta propuesta?
Para mí la música juega un papel muy importante y es un elemento cinematográfico más, que yo quería que funcionara como una especie de coro griego, que nos separara de los personajes y nos permitiera juzgarlos, porque lo cierto es que es una película muy subjetiva que está muy cerca del personaje principal (Sofía) y a veces sentía que nos costaba trabajo dejar de estar en sus zapatos. Esa es la intención de la música, que te ayude a alejarte del personaje, a juzgarla un poco.
Algo que me pareció importante fue retratar la angustia femenina o cómo funciona la angustia en las mujeres y creo que habernos ido por este camino con el compositor Tomás Barreiro, fue un acierto, porque sí siento que nos ayudó a expresar un poco de esa tensión y esa ansiedad que tiene el personaje.
La fotografía tiene recurrentes acercamientos, ¿cuál fue la intensión con esta propuesta?
Una deformación personal, tiendo mucho al close up extremo porque siento que al ver en una pantalla de cine a alguien tan cerca, tan grande, me da la sensación de cercanía y subjetividad.
¿Cuáles fueron los comentarios de Guadalupe Loaeza al ver la película?
Hizo una cosa increíble. Publicó en su columna semanal una especie de crítica a la película, desde el personaje de Sofía, como si Sofía hubiera ido al cine a ver una película que trata sobre ella. Guadalupe está muy contenta con la película o por lo menos eso es lo que me expresó a mí. Siento que está orgullosa y yo estoy muy feliz.