Si decides hacer caso a tu doctor y tomarte una copita de vino al día (o dos), no puedes dejar de visitar Somma, el nuevo wine bar en la Cuauhtémoc en el que encontrarás una amplia selección de vinos en un ambiente acogedor, así como una tradición florentina muy antigua, las ventanas de vino. Esta era la forma como los comerciantes de vino evitaban los contagios durante las epidemias medievales, sacando las copas por una pequeña ventana. Aquí lo recrearon para rendir honor a esa práctica.
Como el mejor vino es el que se comparte, empezamos con una botella de Flor de Raim Brut de uvas chardonnay y parellada, un Cava joven y divertido, refrescante, como para terminar la jornada un viernes extrañamente caluroso, en febrero. Y lo acompañamos con unas de las croquetas de prosciutto más cremosas que hemos comido, unas aceitunas preparadas y un plato de quesos. El menú de alimentos es breve pero enfocado al disfrute del protagonista del lugar, el vino.
Si prefieres pedir por copeo, puedes hacerlo; el sommelier te ayudará descifrar tu antojo. Con su guía, terminamos la velada con una copa de Whispering Angel, un vino rosado provenzal muy completo, seco pero suave, el final perfecto para una velada tranquila, pero llena de posibilidades. Nos hubiera gustado una atención un poco más especializada y mayor información sobre los vinos disponibles, pero estoy segura de que eso mejorará.
A pocos meses de su apertura, Somma se presenta como un santuario para los ya amantes del vino, y como una ventana para que los novatos nos adentremos a este mundo fascinante. No dejaré de mencionar que los precios son sorprendentemente accesibles y que cada miércoles tienen DJs invitados que completarán el maridaje de tu noche. Asómate a la ventana que no te vas a arrepentir.
-Aura Mendoza
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