Es un local parecido a un saloon gringo de los westerns combinado con un speakeasy; un lugar pensado para la sana bebienda y las noches de olvido y esperanza con salsa y son latino al oído. Según el elegante mesero que me recibió, es un lugar de comida típica mexicana, yo diría que se trata de la mezcla afortunada de los platillos mexicanos con la sofisticación.
Lo primero que llamó mi atención fue la decoración; el concepto de cantina al centro del lugar me pareció fabuloso, con la barra de madera luciendo un par de llaves de cervezas de barril, mientras que la parte superior del gabinete –entre inglés y escocés– sobresalía con el acomodo detallado de tres barras repletas de whisky. El resto de los licores cubrían la espalda del bartender que atendía a los solitarios de la barra.
La comida tuvo buena sazón y llegó sin demora. De entrada probé un taquito de canasta con carnitas y otro de chicharrón prensado, no tan grasoso y bien sudado. El veredicto para las carnitas fue superior en sabor y cumplidor en porción. Los mariscos estaban fabulosos, el taco de pulpo y el de chicharrón de camarón tenían una salsita especial de chipotle con mayonesa, cebolla caramelizada con lechuga y un toque de col morada, respectivamente.
Aunque me hizo falta una cerveza bien fría para acompañar la comida, los cocteles fueron apetitosos. Probé gracias a mi anfitrión una paloma ríos, la especialidad de la casa con notas cítricas y burbujeante por el refresco y la sal en la boca, luego un tradicional mint julep.
Con el estómago intacto para el postre me llegó un pastel de metate, hecho con chocolate artesanal –de inmediato lo delató el sabor–, helado de Uchempo (tamal de elote), otro más de mazapán y un capuchino para terminar.
Mi recomendación es que vayas con el estómago vacío y con toda la actitud para el chisme y el deleite. La sobriedad y sencillez del lugar le dan cabida a todo tipo de comensal y bebedor contemporáneo. El Salón Ríos promete convertirse en altar de encuentro entre artistas, oficinistas, intelectuales y convencionales, por decir algunos.
Uno de los inconvenientes de esta cantina es que los meseros no se dan abasto cuando el salón está muy lleno y el servicio se vuelve lento y descuidado. Toma tus precauciones al hacer tu reservación.