Es un local gemelo al Gin Gin cuyo tema es el desierto mexicano, como si te clavaras en las páginas de Las enseñanzas de Don Juan, de Carlos Castaneda. Con las paredes empedradas y algunas cactáceas, como el maguey imponente en el centro del bar, lograron que se respire un aire místico, además de ofrecer un servicio impecable.
Trabajan en base a licores y destilados mexicanos. El coctel la rosa fue el que me atrapó desde la fórmula, con licor de rosas, xoconostle, agua tónica, refresco de limón y ginebra Onilikan de Sinaloa (elaborada con agave azul y notas a epazote, chiles secos, laurel, cilantro, cáscara de naranja y limón). Prometía una explosión de sabores desde la ginebra; sin embargo, se opacaron muchos aromas y sabía a limonada; hay que ponerle más destilado si tomamos en cuenta que el precio por coctel es mayor a 200 pesos.
La comida tiene un toque mexicano y fue pensada para compartir; desde tacos de rib eye, hasta aguachile. Probé las carnitas de atún fritas con una cubierta crujiente, servidas con tortillas de maíz azul, salsa verde y guacamole, muy cumplidoras.
Aunque tuvieron un pequeño desliz con la bebida, con certeza regreso. La predicción chamánica es que muy pronto, Rufino será trending topic.