¿Cuántas veces hemos escuchado que abre “un nuevo pedacito de Oaxaca en la CDMX”? Muchas, tal vez no demasiadas porque nunca tendremos suficiente #oaxaqueando, pero Reclusa Parda no llegó a la Cuauhtémoc en modo básico: abrió para ser una barra creativa y sumamente respetuosa al mezcal.
La reclusa parda tiene veneno y ocho patas, o sea, es una araña, por eso el nombre hace alusión a la forma del espacio: tipo cueva, ancho y de techos altos estilo bunker, como donde vive el arácnido. Recomendado sentarse en la barra de concreto si solo quieres coctelear y escuchar las salsas de Gilberto Santa Rosa, Frankie Ruiz o Jerry Rivera.
Lo del respeto al mezcal es porque el equipo de Reclusa Parda busca sus mezcales con pequeños productores de Oaxaca, rotándolos y ofreciendo nuevos destilados: desde espadín-cuishe de la afamada maestra mezcalera Berta Vázquez traído de Chichicápam, hasta un 100% espadín madurado por siete años de San Luis Amatitlán, por el maestro mezcalero Osvaldo García García.
Tienen su versión del mezcal mule (pepino y cerveza de jengibre), llamado yegua mezcalera que lleva Lola mezcal artesanal, jugo de limón verde y una simbiótica mezcla de kombucha de jengibre, con extracto de jengibre y fresquísimo jarabe de menta.
El romance en michoacán lleva la bebida típica de este estado, charanda, que con un toque de aperol deja sensaciones amargas equilibradas con el dulzor del maracuyá y la acidez del jugo de toronja. Aguas, que te lo tomas como agua. Entre la selección de mocktails (cocteles sin alcohol) tienen un último beso preparado con arándano, pepino, hierbabuena y limón que aunque de mucha frescura, le faltó fortaleza en sabores.
Del horno de piedra salen platillos botaneros para darle el toque de cantina contemporánea: menú inspirado en alta cocina mexicana con elementos oaxaqueños, armado por el chef Alan Morales. Taquea con el queso de hebra fundido con un muy suave tasajo, o ve por la gloriosa tostada de pulpo asado bañado en almendrado con aguacate, rábano negro en escabeche y un puré de frijol de rechupete.
Vente a Reclusa Parda dolido del corazón, feliz como lombriz o en plan coqueto de primera cita (pero bien abrigado de noche), las cumbias y el buen sabor de boca de toda la mexicanidad que le conforma dan gusto al alma.