Próspero Bar

Típico, llega el sábado y no quieres ir a un antro pero no sabes bien qué hacer. Por suerte, hace unos meses abrieron La Teatrería que, además de ser un centro para consumir teatro, se perfila como un plan completo para conocer nuevas propuestas culturales, ir a cenar y echar unos tragos en Próspero.

La mente detrás de los cocteles de esta barra es el argentino Tato Giovannoni, cuyo bar en Buenos Aires, Florería Atlántico, ha calificado en la lista de los World’s 50 Best Bars. Él decidió jugar con ingredientes mexicanos como tejocote, maíz, mamey, licor de chile ancho y cacao. El resultado son cocteles libres de copy-paste y muy particulares. Sin embargo, la ejecución de los bartenders in situ queda a deber en equilibrio.

Por ejemplo, el xocomate (con mezcal, jitomate, chocolate, chipotle y especias) termina sabiendo como a un bloody mary de mezcal, con mucho, mucho espadín joven, en el que no se aprecia el cacao. El mamey tónico (según la carta con gin, un hueso de mamey y agua tónica) más bien lleva una rebanada de mamey que no altera del todo el sabor de la bebida. El refresco del senior Vázquez (mezcal, agua de coco y agua tónica) es servido con coco rallado y quemado a modo de topping del coctel, lo cual lo vuelve incómodo tanto a la vista, como al paladar.

Vamos, no es que los cocteles sean malos, pero con una carta tan atractiva para la imaginación, el resultado sensorial queda corto. Si buscas ir a la segura, pide un G&G (gin, ginger ale, pepino, fresa, naranja y hierbabuena).

Si el hambre ataca, quizás puedan llevarte jamón serrano o papas fritas con aceite de trufa y queso parmesano del restaurante del mismo sitio, Miranda que, por cierto, es muy bueno.

Y hablando de planes, estos meses podrás ver El último teatro del mundo (un musical con cinco estrellas en Time Out México, de José Manuel López Velarde, escritor de algunos de los más grandes hitazos del teatro en la última década del DF, como Si nos dejan y Mentiras) y rematar la noche con cocteles y noches de djs de jueves a sábado. Suena bien, ¿no?