Acaba de abrir en Polanquito una cantina inspirada en las más tradicionales, con la ligera diferencia (bueno no tanto) de que está totalmente modernizada. El lugar está decorado con referencias al reino de la Nueva Galicia (en lo que ahora es Jalisco) de finales del siglo XVII, especialmente en los tesoros e historias de vida de sus virreyes y familias de vidas opulentas.
Quien quiera un poco de privacidad, cuenta con una “terraza” -con techo retráctil- que da una sensación de amplitud. Aquí el ambiente comienza a partir de la música, que pasa por todos los géneros, entre electrónica, indie, corridos y rock.
De la barra, pedí una mezcalita de ponche, y un Occidental: gin especiado, licor de ciruela, infusión de té de jazmín, agua tónica y cardamomo. Ambos sumamente distintos, cada uno con una personalidad muy marcada. No podría elegir favorito, eso te lo dejo a ti.
Para comer, hay toda clase de antojitos y platos cantineros. Comencé con un ceviche de huachinango con salsa bruja, lo suficientemente picoso para los que no comen chile. Seguí con el short rib con mole negro, acompañado de tortillas de maiz azul y blanco hechas a mano. No es sorpresa que funcione teniendo un gran mole y una proteína que, a pesar de ser más pesada que el pollo, queda perfecta. No menos importante fue el pulpo a la gallega servido con puré de papa. Uno de mis favoritos por el pulpo tierno, perfectamente cocido.
Para cerrar con broche de oro, compartimos un buñuelo con jarabe de piloncillo, guayaba, y helado de vainilla. La sensación más cercana a dicha experiencia es como comer un churro con ate de guayaba, una gran final para esta experiencia culinaria.
Tip: los fines de semana hay música en vivo e imitadores de cantantes de rancheras.
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