Se dice que los abogados son los más bebedores de las profesiones. Ocupan el segundo lugar entre los más detenidos por el alcoholímetro, superados únicamente por los ingenieros. Tienen una verdadera fama de destrampados.
“Los abogados pueden agarrar la peda en cualquier lugar, el más arrabalero o el menos apropiado para ello. Pueden ir a comer a un Frankfurt, pedir un pomo y emborracharse ahí mismo”, nos confiesa uno de ellos.
Uno de sus lugares favoritos es La Polar, esa cantina octagenaria de la San Rafael que durante décadas ha tenido ese doble papel de restaurante familiar por las tardes y after que recibe a sus clientes desde las ocho de la mañana, para crear la ilusión de que la noche no ha llegado a su fin.
A esas horas predomina el tumulto, la estridencia, los ramos de flores artificiales enviados de manera anónima y... los abogados. Corbatas relajadas, trajes arrugados, ojos vidriosos y risas prolongadas.
Su famosa birria y el buen servicio contribuyen a mantener el ambiente animado, pues no importa la hora o lo lleno que el lugar pueda estar, los platos de humeante barbacoa de chivo se sirven a toda velocidad.