No sé cuándo empezó la invasión, pero sé que de pronto esta ciudad se llenó de lugares que se autodenominan “de barrio”. Jengibre no lo hace y tiene todo lo que un lugar de barrio necesita.
Este winebar de la Nápoles colocó afuera dos mesas cucas con floreros y un letrero con el nombre y el dibujo de una flor, su logo. Esta es una buena representación de lo que pasa adentro porque tiene algunas sorpresas, ¿te imaginaste una flor cuando leíste jengibre?
Adentro, el lugar es pequeño y tiene tres mesas que obligan a hermanar y hacer comunidad. La diversión se presume en las paredes que, de piso a techo, están llenas de cervezas artesanales, vinos y delicatesen. Si viviera en la Nápoles, este sería mi lugar de barrio. Jengibre me gusta para tenerlo en mente un jueves o viernes que quiero algo tranquilo por la noche y busco tomar vino, platicar y comer una botana.
Si no vives en la zona, te darán ganas de mudarte con tal de ir a las catas que organizan mensualmente y poder platicar con Víctor Bravo y Alfredo Badillo –los expertos– sobre los nuevos vinos que traen cada mes; también sobre las cervezas que maridan con tapas.
Un bar de barrio que se respeta tiene opciones ricas, prácticas y económicas para botanear. El ejemplo perfecto de esto son los pimientos de la casa, una versión nacional, ácida y nada picosa pero sí adictiva de poblanos marinados con limón y sal. Otra opción es que tú elijas el vino y los ingredientes que más se te antojen de la vitrina y Alfredo te arma algo delicioso y estructurado que maride con tu vino. Si no andas muy creativo, pide alguna de las tablas de quesos listas y armadas.
Esta temporada, los vinos por copeo incluyen Incógnito, un vino frutal y con notas minerales que queda perfecto con las tapas –creadas al momento- de trucha ahumada y reducción de balsámico. El sabor salado y ácido de su receta resalta las cualidades del vino bajacaliforniano.
Este es un lugar en el que pasas una noche al son de la música, en degustaciones y aprendizajes del mundo de los vinos envuelto en el ambiente de una taberna; como en un bar de barrio en el que te dejas consentir.