El placer por la cerveza hecha a mano, hecha en México.
Ofrecen una gran variedad de cervezas artesanales, ¿hay que decir algo más? Hasta hace varios años esta bebida era sólo para los paladares de los pequeños fabricantes y uno que otro afortunado que era invitado a alguna degustación. Ante la necesidad de conocer y experimentar sabores, había que generar nuevas cervecerías diferentes a la oferta de las dos principales casas de cerveza industrial. No nos ponemos exquisitos, pero sí nos encanta tener más opciones además que encuentras en la tiendita de la esquina.
Debe su nombre a la leyenda de una mujer enamorada de México (Crisanta) que gusta de contar historias a sus gatos, hasta que un día ya no tiene más historias y decide abrir las puertas de su casa para que sean los comensales quienes relaten nuevas anécdotas. Aunque no hay gatos por el recinto a quienes contarles nuestro día, igual se puede convivir con artistas plásticos en acción, bailarines que mueven las caderas al ritmo de swing, exposiciones fotográficas o la banda propuesta musical en turno, las cuales suelen tocar jazz, blues, soul o funk.
Con una vista impresionante al monumento a la Revolución, en una zona que parecía olvidada y que ahora está remodelada y más viva que nunca, ofrece un confort similar a estar en casa de un amigo que gusta de la cerveza y la buena música. La decoración está hecha con materiales reciclados y con muebles rescatados quizá de algún botadero o quizá de la abuelita de alguno de los fundadores de este concepto: Lucero Rodríguez (diseñadora gráfica) y José Luis Calderón (diseñador industrial).
Tienen una robusta carta y variedad de cervezas, con más de cincuenta tipos de bebidas artesanales de todo tipo de sabores y casas. Entre ellas, la Jack Chocolate es una de las más pedidas, mientras que los aventureros de la cerveza amarga internacional no pueden perderse la Delirium Tremens, con sus nueve gradotes de alcohol.
Además preparan platillos de pescado, pollo y pastas que se combinan con su cada cual de cerveza, música y baile. Siendo sinceros, la comida deja que desear, pero qué importa, hay mucha cerveza y en una noche cualquiera puedes disfrutar de una cata nacional e internacional, por entre los 250 y 350 por persona.