¿Qué sería de una excelente propuesta gastronómica sin una copa de vino? Sería como ir a la playa y no asolearse, por lo menos así lo sienten algunos gourmands.
En el Corredor Tonalá se hicieron la misma pregunta y así surgió Petit, palabra francófona que significa “pequeño” y no quisieron mentir, pues, el local es el más pequeño de la familia y su oferta breve. Eso sí, lo que tiene de pequeño lo tiene de funcional.
Al centro encontrarás una isla que funciona de mesa, con sus respectivas sillas, encima cuelgan las copas en un soporte y alrededor están las botellas, esperando a ser elegidas. Entras, observas, eliges, bebes y te vas, así de sencillo es el concepto en Petit.
Da igual si sabes mucho del mundo vitivinícola o no, aquí se han limitado a ofrecer unas doce opciones de vino por copeo, lo cual hace mucho más sencillo el proceso de elección y no te sientes obligado a comprar la botella completa. El inventario de este bar de vinos se pensó fresco y sencillo; desde un ligero espumoso italiano hasta un corpulento tinto con uva garnacha, hay para todas las preferencias gustativas.
Recomendaciones: Es de sabios preguntar, así que no te pongas nervioso y acércate a la encargada para que te ayude a elegir una copa. En cuanto a vino blanco, prueba la copa de Flor de Bruma, es un vino con uva chardonnay con todas las cualidades florales y acidez que te limpian el paladar. En tintos, prueba la copa de Caliza, un vino con cepas syrah y petit verdot, es frutal aunque con bastante cuerpo, si no has comido se te abrirá el apetito.
El lugar es tan “petit” que no podrías meter a todos tus amigos un jueves por la noche, pero, sí se antoja llevar a la pareja o a un buen amigo para ponerse al día, después de todo, si disfrutas del vino cualquier pretexto será bueno.