Si no sabes nada sobre mezcal, este proyecto te volará la cabeza. Si sabes un poco, te va a parecer emocionante y si sabes un montón, sentirás que llegaste a casa. Además, si te gustan los lugares medio secretos, medio de nicho y chidos, te vas a rayar.
La buena vibra y curiosidad por aprender sobre mezcal que maneja Chucho Ortiz se mantiene gracias a que quien llega es porque neta tiene ganas de ir a probar y aprender.
Es como estar en casa de un amigo que sabe un montón y pasarla suave. Con este espíritu el servicio es muy, pero muy relajado. Chucho te puede dar catas de mezcales oaxaqueños por tipo de maguey o por regiones. También te cuenta historias místicas y rituales ancestrales sobre algunos destilados que tiene o simplemente pide a la carta alguno de los mezcales que consigue y elige en pro de enaltecer y proteger buenas producciones oaxaqueñas. La casa tiene mezcales desde $60 pesos.
Entre las cumbias y los mezcales se te antojará pararte a bailar y eso se vale, pero no es un lugar de party loca, aunque sí de chorcha y bohemia mezcalera para pasar la noche.
El ambiente mágico musical del lugar tiene que ver con que es una casa, así que no busques letreros luminosos ni señales de bar, luego, las damajuanas y las botellas de mezcal peculiar van bien con el ambiente que plantean las tres mesas y la barra, la personalidad del lugar. A la barra, ponle atención, la hizo el mismo Chucho y tengo que decir que soy muy fan… casi tanto como de los mezcales.
¡Alerta máxima! Aunque sí planean tener comida, aún no hay, así que más vale llegar cenado.
Tip: prueba la cata de mezcales por $350 pesos.