El sótano de Huset, en la Roma, alberga un proyecto llegado directamente de Guadalajara: el bar Gallo Altanero, nacido del amor y respeto del australiano Nick Reid por el tequila, sus tradiciones y el significado que tiene dentro de la cultura mexicana.
El Gallo primero irrumpió en la CDMX como un pop-up con el relajado estilo de cantina de rancho: mesas de madera con veladoras esotéricas adornándolas, pintas en las paredes similares a rótulos de carnicería, azulejos decorando la barra y un gallo disecado que observa a los asistentes, cuidando que no dejen ni una gota de tequila. Fue tal su éxito que hicieron permanente su estancia.
En este espacio se mezcla la parranda con las ganas de apoyar a marcas artesanales que han sido opacadas por grandes industrias. Hay más de 15 opciones de tequila independiente y otros destilados mexicanos; desde el más suave al paladar, con aromas que recuerdan a cáscara de cítricos, hasta aquello que son ideales para amantes de tragos fuertes, que dejan un retrogusto largo de pimienta y anís.
Durante mi visita probé las gamas de tequila tromba y tequila cascahuín, conociendo las características que la tierra de Los Altos y El Arenal, respectivamente, les otorga. Deja que el bartender en turno te guíe por una rica experiencia tequilera y pregunta también por los cocteles que pueden prepararte. Alejandra Sánchez