¿Qué tienen en común Charlie Chaplin, María Félix, Elvis Presley y El Santo? Sus trayectorias son ahora una leyenda y sus rostros, además de figurar en paseos de la fama, los encuentras enmarcados y colgados en las paredes anaranjadas de esta cantina moderna.
Lo que hace especial a este lugar son tres cosas: el pulque, el trato familiar y la comida, ésta última llevada un paso más allá de la sazón casera de tradición. Por ejemplo, unas costillas de cerdo en adobo de chiles cuya carne se deshace al contacto con el tenedor. O bien, una torta de pierna enchilada o de cochinita pibil en una telera tostadita. Claro, incluyen una selección de salsa verde (receta secreta), ácida y picante; una de cacahuate de aromas tostados y una de cebolla morada picada con habanero. En este refugio se comienza por la comida ya que es imperdible, en serio, aplaudimos la pericia de la cocina.
Otra especialidad es el pulque que traen de Hidalgo. Probamos el curado de piñón, dulce, oleaginoso y de color rosa con una suavidad que envuelve la garganta al pasarlo; luego uno de nuez que incluye trozos y que bien podría ser un sustancioso postre. El que más nos gustó fue el de vino tinto, que dejando a un lado su poder embriagante, el sabor recuerda a una sangría y de pronto a una jalea de frutas con esa exquisita acidez y mineralidad propia del elixir de los dioses. Pregunta por los curados del día.
Si al final te sientes medio indigesto, pide un mezcal artesanal oaxaqueño y con eso estarás listo para entonar una de Antonio Aguilar mientras le guiñas el ojo a la Doña. A momentos suenan canciones de los noventa y en otros, los instrumentos con la música en vivo. Si te pones buzo, en la barra puedes pedir alguna canción. Bebe y nutre tu ser en el resguardo de aquellos que han dejado huella en la historia artística.