Coyoacán no quiere quedarse atrás en la ola de aperturas de bares donde la coctelería es el punto fuerte. Carmín se presenta como una opción más cercana para quienes nos movemos por el sur. Especialmente si eres millenial y no sueltas tu playlist de oldies para hacer el quehacer, aquí vas a quedarte hasta que cierren con los sets de ochentas y noventas.
Al entrar, lo primero que capta la mirada son los flecos rojos muy largos que cuelgan sobre la barra; en combinción con las sillas azul vibrante y el verde antiguo de las paredes, el espacio tiene un aire sensual, retro y, a mi parecer, un poco Lyncheano; de hecho el diseño, creado por Maye Studio, está inspirado en películas de terror italianas.
Hay coctelería clásica, pero dale la oportunidad a alguna de las seis creaciones de la casa. Uno de los más emblemáticos se llama Its not Watermelon, por su color rosado que parece agua de sandía, pero en realidad es un trago fuertecito con mezcal, cordial de fresa y limón. Si tu elección de confianza es el negroni, entonces prueba el Spain is a Shit, con Campari, whisky, oporto, miel e infusión de frutos rojos. Ahora que si buscas algo fiestero que no deje de ser elegante, Les Bulles lleva tequila, prosecco, vino rosado y vermut blanco.
La comida es botanera, no dista mucho de la que encontrarías en otros bares, pero cumple el cometido de acompañar los tragos antes o durante la bailada. Te recomiendo las patatas bravas o los pinchos de tabule, jocoque y zataar.
Tip: los domingos aquí serán de música latina, así que prepárate para sacar los prohibidos.
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