A escasamente una cuadra de El Dux de Venecia, justo después de atravesar la alameda del Centro, esta cantina en un segundo piso espera a todo aquel sediento que guste de comer garnachas de calle y, claro, tortas de guisados.
El sitio es pequeño. Le caben apenas ocho mesas individuales. No obstante, la magia ocurre detrás de su barra vieja de madera y de los fogones de su cocina, del otro lado de la estancia. En La Luna lo que más se venden son las cervezas de bola, directas del barril, así como las micheladas, que llegan acompañadas de cacahuates y chicharrones con salsa Valentina.
La comida cambia todos los días. Es a la carta si consumes menos de $150 en bebidas; pero después de ese monto es gratis e incluye una sopa aguada de entrada y los platos fuertes que quieras comer. Normalmente tienen chiles rellenos, quesadillas de chicharrón prensado, tortas (de 18 cms) de bacalao o de milanesa, así como chilaquiles o huevos en salsa verde.
Cuando vayas, procura pedir una de las mesas que dan a las ventanas. Desde arriba podrás ver cómo discurre la vida normal en la plaza más importante de la alcadía, al tiempo que comes y bebes tranquilo, con música de rocola de fondo.