Café y licor, los dos regentes en este pequeño lugar sobre la rotonda de Melchor Ocampo, en la Cuauhtémoc. En Italia el bar se conoce como café, de allí el nombre y personalidad concedidos a Café Ocampo, cuya barra exterior nos hace preguntar, ¿puedo pedir mi spritz para llevar?
Tonos oscuros de azul rey y elegantes detalles en cobre, interiorismo a cargo del estudio Ploka 8.7 Showroom, se siente como la cápsula perfecta del minimalismo futurista o de cualquier loft que quisiéramos en Nueva York. La playlist es otro atributo que te pone en ambiente, de rock alternativo hasta el pop de Pillowtalk.
Licores europeos, mezcal y gin, la selección en barra es de muy buen gusto. Sirven cocteles de la casa, aperitivos y un atractivo coffee & booze con café de Veracruz, del que seleccioné al ammazzacaffe: wisky añejo de 12 años y licor de café acompañados por el sabor de Sicilia con Amaro Averna, toque amargo que detona con la acidez del cold brew.
La bicicletta ocampo es una mesura linda y casual: lleva vino blanco austriaco 50% uva welschriesling (cultivada en Centroeuropa) y 40% muskat + club soda.
Con el amarena spritz viajé al Mediterráneo durante el verano; armado con dos tipos de vermut (Carpano Bianco y oscuro Punt e Mes), unido curiosamente con vinagre balsámico y prosecco, la cereza del…¿coctel? es un estupendo par de cerezas Fabbri Amarena.
Chi ha bocca vuole mangiare, o “quien tiene boca, quiere comer”, y acá llegó el antojo por un exquisito toast di avocado sobre hogaza de masa madre con arúgula y toques de limón amarillo y albahaca. De las tapas, la de coliflor con jocoque se lució bajo efectos especiados del curry. Platillos que se sirven en cerámica exclusiva para el lugar, del Taller Paco Padilla desde Jalisco.
Rendiremos culto en Café Ocampo a la frase del escritor italiano Gino Patroni, e’ meglio vivere un giorno da beone che cent’anni da astemio (es mejor vivir un día borracho que cien años abstemio).