Caímos aquí luego de andar por la Del Valle sin encontrar algún bar que nos gustara. Ya daban las 11, pero el boliche seguía abierto. Pese a que la entrada no era nada ostentosa, un mundillo amplio se abrió al entrar.
Dos pisos completos con 52 pistas para jugar boliche, una zona de maquinitas con todo y las clásicas mesas de air hockey y billar, que con su mecánica básica garantizan una buena reta para apostar unas chelas de mango, tamarindo o piña habanera (por si quieres regresar a la prepa).
Sí, definitivamente no es un bar, pero te aseguramos que en 36 años de historia las promociones de cubetas de chelas bien frías han sido el plan ideal para empezar la fiesta, sobre todo porque cierran en la madrugada. El cubetazo de cervezas y nachos es la opción si vas en grupo, o bien un michelitro o una clamachela. ¿Ves? La adolescencia en apogeo.
Lo que sí es un mejor plan es el paquete chuzas: con dos líneas por persona, renta de zapatos, 12 alitas y 10 chelas. 450 pesitos por cuatro personas es un buen deal. Y aunque los más avanzados pueden inscribirse a torneos, no hace falta que seas un profesional de bolos: también hay ligas donde los novatos juegan sólo para divertirse.
Este icono ochentero de la ciudad dice ser el más grande de Latinoamérica. Su look disco de colores neón le dan un toquecito bastante retro que cae bien.