Bares románticos en la CDMX

Una casa para jazz, soul, disco, funk y electrónica: Musak es el hi-fi listening bar del restaurante Tres Tonalá con mixología fue curada por Mica Rousseau (Fifty Mils). Música en vivo, cocteles coquetos y ambientación dorada para sentirte en las estrellas, ¿buscas más?

Café y licor, los dos regentes en este pequeño lugar sobre la rotonda de Melchor Ocampo, en la Cuauhtémoc. Tonos oscuros de azul rey y elegantes detalles en cobre, se siente como la cápsula perfecta del minimalismo futurista o de cualquier loft que quisiéramos en Nueva York. La playlist es otro atributo que te pone en ambiente, de rock alternativo hasta el pop de Pillowtalk.

Para entrar, tienes que atravesar el cuidado jardín y pasar por la fuente iluminada con antorchas. Una vez adentro, la decoración de terciopelo en tonos profundos –como los de las piedras preciosas–, el bronce y la madera oscura te harán sentir envuelto en una atmósfera cálida y sofisticada.

Terraza y diseño de Romita Comedor, vegetación decorativa y concepto de bar de cocteles que nos tiene fascinados. El volumen de la música electrónica crea el resto del ambiente, además puedes compartir un mole de hoja santa, tacos portobello o una golosa tarta de chocolate.

Después de un par de accesos al estilo 007, se abrió un espacio tenuemente iluminado con un sentido muy masculino por los anchos sillones de cuero: en The Back Room hay tranquilidad, buena música y cocteles lo suficientemente potentes y de altísima calidad para querer pasar horas.

Entre paredes blancas y negras, detalles de calaveras, una barra íntima y la música jazz sonando en vivo: Jules Basement se jacta de ser el primer speakeasy en la ciudad y también un pequeño pero sumamente cumplidor resguardo para enamorados.

Como máquina del tiempo que te transporta a los años 20 de Chicago, Handshake Speakeasy trae propuestas de coctelería tradicional y de autor envueltas en un entorno clásico y elegante. Tanto la barra como los acogedores sillones lounge mantienen el romance en alto con tragos estupendos.

Descubrirás una vista espectacular de República de Cuba; el espacio es sencillo a la vista y funcional, nada ostentoso, perfecto para disfrutar un atardecer. La comida y las bebidas son promisorios a primera vista, lo mismo que los precios.

El vino y las tapas se matrimonian en Romelia, un hot spot muy de la Roma, íntimo, con paredes de ladrillo y luz ámbar. Se cuidó la curaduría de vino y la relación precio/calidad es buena. La selección incluye en su mayoría etiquetas chilenas de la región de Colchagua y Maipo, con un mix de caldos españoles y mexicanos del Valle de Guadalupe.

El bar del Hotel W con servicio impecable y bastante cómodo para la estancia. Hay un aire de lujo moderno con ganas de hacerlo el loft ideal para estar con tu pareja. El martini (de diferentes sabores) da la magia necesaria a la elegante velada.

Uno de los temas en boga son los vinos naturales, que van más allá de las uvas orgánicas, pues se elaboran con procesos artesanales y llegan a la mesa tal como vinieron al mundo. Beberlos es aventurarse en una nueva paleta de sabores, y en Loup Bar encuentras esta atractiva apuesta con comida deliciosa.

En cuanto entras te remontas a aquella época de prohibición con su luz tenue, ambiente, y una enorme barra hasta el final del local. Con más de 20 tragos exclusivos, encontrarás el que sea perfecto para ti: el de la casa, deleted souls, con ginebra, carbón activo, limón, jarabe de canela y naranja que culmina en un poderoso color negro de ligero dulzor y un extraño pero cumplidor sabor ahumado.