La cultura de las cantinas va más allá de embriagarse y balbucear canciones.
Nos dimos a la tarea de encontrar una cantina clásica y de respeto, entonces dimos con el Bar Oxford en la Tabacalera: con sus puertas de vaivén, albergue de más de 70 años de recuerdos y sus fotos de personajes famosos del México clásico, envejeciendo en la pared y contrastando con las nuevas pantallas de plasma con videos musicales pop.
Un viernes por la noche podrás observar a la dama que llora en los hombros de alguien que seguramente no es su esposo, parejas que parecen esconderse, el solitario que bebe y observa a los demás y también, al grupo de amigos que aprovechan las botanas que vienen con las bebidas en un precopeo que se prolongará por largas horas.
La comida va de la mano de una cantina. Probamos, con cerveza de barril en mano, la tostada de pata y el caldito de camarón, ambos brillantes y restauradores. También, como botana, nos ofrecieron quesadillas de pescado muy bien sazonadas y perfectas para continuar con los tragos fuertes.
Tienen platos fuertes, el mesero te dirá qué han preparado ese día. Dejamos que el mesero nos trajera lo que estaba listo en la cocina. Tuvimos mucha suerte, la especialidad era pecho de ternera. La carne estaba suave, dorada y llena de sabor, la acompañamos con tortillas, guacamole y papas en gajos, todo con una sazón perfecta y una porción bastante grande que funciona perfecto al centro de mesa para compartir.
Los jueves y los viernes son de música en vivo, prepárate para las trompetas y los acordeones, y si te animas, puedes cantar.
Tanta razón tienen los abuelos: las cocinas de las cantinas son una verdadera joya y la Oxford es la gema oculta en la Tabacalera.
Tip: pide tu caballito de bienvenida.