Las 20 cantinas más divertidas de la CDMX

Para las noches guapachosas no hay que buscarle mucho pues está este bar iztapalapense que de jueves a sábado le prende fuego a las suelas. Las luces estilo salón de fiestas tintinean en azules, rojos y amarillos, por episodios la gente se levanta de la mesa para invadir la pista de baile en el centro.

Es un local parecido a un saloon gringo de los westerns combinado con un speakeasy; un lugar pensado para la sana bebienda y las noches de olvido y esperanza con salsa y son latino al oído. En cuanto a la comida, se trata de la mezcla afortunada de los platillos mexicanos con la sofisticación.

Durante décadas ha tenido ese doble papel de restaurante familiar por las tardes y after que recibe a sus clientes desde las ocho de la mañana, para crear la ilusión de que la noche no ha llegado a su fin. A esas horas predomina el tumulto, la estridencia y los ramos de flores artificiales.

Desde su apertura en 2006, la Cuchilleros ha ganado prestigio por la densidad de políticos y empresarios de la zona que suelen venir a veces más de una vez por semana. Como cantina de categoría, cuenta con todo tipo de licores y la carta de vinos sólo está compuesta de hispanos.

Los jueves y los viernes son de música en vivo, prepárate para las trompetas y los acordeones, y si te animas, puedes cantar. Tanta razón tienen los abuelos: las cocinas de las cantinas son una verdadera joya y la Oxford es la gema oculta en la Tabacalera.

Antes de que la Juárez estuviera tan de moda, este lugar ya era popular. Desde los noventa el Milán es uno de los consentidos para precopear gracias a su ambiente diverso y su música alternativa. 

La rocola tiene desde éxitos de la época de oro como Agustín Lara hasta las cumbias típicas de la Sonora Dinamita o Los Ángeles Azules. En una sola noche puedes ver tanto a mujeres entaconadas, hombres con accesorios de charrería, como al DJ en turno o el grupo tropical.

La Pulcata, como también le dicen, es un rincón ecléctico y kitsch. Aquí encuentras de todo: desde gente en pants y tenis, oficinistas trajeados, hipsters “muy arreglados”, extranjeros o estudiantes con todo y mochila al hombro.

Un lugar que conserva la raíz de las cantinas tradicionales mexicanas pero con un toque elegante en su diseño. El ambiente es festivo y apto para una buena plática. El toque tradicional lo dan los tríos y mariachis que se acercan a complacer a los comensales.

Hay mariachis para pedir canciones y antojitos mexicanos para picar. Un templo mexicano que, si bien por su historia y su fama tiene precios más altos de lo que debería, también es cierto que hay que ir al menos una vez en la vida.

El ambiente es divertido y te hace sentir a medio camino entre un bar desenfadado y una fiesta en casa de algún amigo. Es un gran lugar de precopeo, para tomarse una copa después de cenar en Polanquito o para desestresarse después del trabajo. 

Por decir “cantina” no pienses sólo en tequilas y confesiones de borrachos, su carta de alimentos es muy variada y podrás venir a echarte un taquito y varias opciones más de un menú. Si te aburres abajo, puedes subir a la terraza donde tienen música más animada.

En general, el ambiente es rekax, conformado por hipsters del área, algunas bandas y alguno que otro personaje del mundo del cine y la televisión. Precios accesibles en cervezas y jarras de mezcal, por lo que puede ser una buena opción para pre-copear o ser el lugar para pasar la noche.

Por unos años, los jueves a la medianoche se volvió prácticamente imposible moverse entre el tumulto de covadongueños que brincaba de una mesa a otra, saludando a los colegas del gremio. Un ambiente en extremo animado y sociable.

Su ambiente es  singular, combina lo mejor de las antiguas cantinas del Centro Histórico y un renovado aire cosmopolita. La atmósfera se llena del bullicio acalorado de las pláticas y risas, todo un ejemplo de lo que hoy significa ser bohemio en una ciudad de 20 millones de habitantes.

Pareciera una cantina de esas que llevan en su sitio ya varios años, lo que rifa son los mezcales con una amplia variedad de marcas y el surtido de quesadillas es sumamente digno y bien servido. Hay que llegar temprano, antes de que se ponga el sol, y quedarse ahí bebiendo, gozando, hasta bien entrada la noche.

Presume una amplia carta de tequilas (¡más de 170 marcas!), se sirve comida mexicana, cocteles clásicos y cervezas heladas. Qué más se puede pedir. Además aquí inicias algunos tours de cantinas y puedes ver futbol.

Concepto de bar de barrio, con toda la carga decorativa de letreros urbanos, como señalizaciones de tránsito y señalamientos del metro que indican la entrada. La tardes en esta cantina transcurren tranquilas y las noches se aglomeran con más actitud.

Barata y de excelente ubicación. Idónea para acabar la turisteada en el Centro visitando a los borrachos que frecuentan este folclórico lugar. Hay buenos tacos de milanesa, una rockola con éxitos de José José y palomitas gratis.