Una de las obras más ambiciosas de nuestro país fue conectar el océano Atlántico con el océano Pacífico. Desde el puerto de Veracruz hasta el de Acapulco (pasando por la Ciudad de México) se logró esta hazaña por medio del ferrocarril, que se comenzó a construir en 1850.
Entrando por la calle de los Misterios, la famosa locomotora llamada “La Guadalupana” arribaba a la estación La Villa en la CDMX. Esta fue construida en 1907 durante el Porfiriato y dejó de funcionar en 1990. Fue hasta 2006 que el gobierno la rescató y la convirtió en el Museo de los Ferrocarrileros.
Al entrar se aprecian dos locomotoras jubiladas. La pequeña estación, que contaba con una sala de espera y una oficina, ahora funciona como sala de exposición, donde se muestran fotos de la construcción del ferrocarril, su planeación y algunas imágenes de locomotoras con sus conductores. También se presentan mapas, rutas, partes de ferrocarriles y algunos objetos que utilizaban los trabajadores. En la última sala se exhiben los detalles de la huelga de los ferrocarrileros en 1959, los alcances y la decaía de este transporte.
A pesar de ser pequeño es un museo que vale la pena visitar. Aunque la estación La Villa tiene una antigüedad de 107 años, se encuentra en perfectas condiciones. Además de las salas, el museo ofrece actividades culturales como muestras de cine, obras de teatro y cuenta con el centro de documentación especializada en ferrocarriles conformada por libros, planos, video y audios de las locomotoras.
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