Ubicado en el antiguo pueblo de San Ángel, el museo ha sido privilegiado por su situación geográfica y las tradiciones folclóricas que le han forjado un carácter particular. Sin embargo, es su riqueza histórica y arquitectónica lo que le valió en 1984 pertenecer a la zona nacional de monumentos históricos, siendo el antiguo Colegio de San Ángelo mártir, hoy sede del Museo de El Carmen, el recinto el más importante del cúmulo de más de 80 que hay en la región.
Este recinto es un referente histórico que tienes que visitar, no sólo por su arte sacro que incluye pinturas, esculturas, grabados o exposiciones temporales, sino por su arquitectura. El tesoro más valioso del museo es el edificio mismo, una sobria construcción con proporciones armoniosas y una profunda serenidad que a diario desafía el hostigamiento de la urbanización.
Fue construido por las carmelitas descalzas (una de las agrupaciones religiosas más respetadas en la Nueva España) en 1616, con la finalidad de preparar a sus sacerdotes. El diseño y la obra estuvieron a cargo de fray Andrés de San Miguel, quien tuvo a su cargo la edificación de numerosos recintos de la orden.
La entrada al museo se encuentra a un costado de la Iglesia del Carmen que aún permanece bajo custodia de los carmelitas. Al entrar llegas al claustro bajo, como signo de austeridad los conventos de esta orden sólo tenían corredores descubiertos en la planta alta. En la primera sala se muestra información introductoria y una línea del tiempo. Hacia el oriente del claustro está el acceso a la sacristía, una sala deslumbrante que está junto a la iglesia y que era destinada al depósito de las vestimentas sagradas y de los accesorios para la misa. Aquí destacan las cómodas, las cajoneras y alacenas finamente labradas, al igual que los magníficos lienzos hechos por Cristóbal de Villalpando.
Parte esencial de la sacristía era el cuarto de los lavabos, vestido de azulejo español y pintura mural. Desde aquí puedes subir a las celdas del primer piso o descender hacia las famosas criptas del Carmen, donde eran enterrados los frailes que habitaron el colegio. Ahí también se encuentran las famosas momias en ataúdes de cristal.
En la planta alta están las celdas o dormitorios de los frailes, en su gran mayoría adaptadas como salas con cuadros y esculturas de arte sacro. Las piezas son herencia de los carmelitas. También podemos apreciar la capilla domestica con autentico retablo barroco salomónico novohispano, tallado por el artista Francisco Martínez en la primera mitad del siglo XVIII.
El museo también alberga 50 figuras humanas de cera en miniatura de la artista Carmen Antúnez, que además de su realismo, constituyen un valioso registro etnológico de las danzas rituales y de los trajes tradicionales de algunos pueblos de nuestro país.
En la parte posterior del museo está el jardín que nos evoca al huerto de los carmelitas, complementando el paisaje con el acueducto. Un lugar atractivo no solo por el lugar y las obras de arte de que hospeda el museo, sino porque cuenta con actividades culturales gratuitas para toda la familia.