Dominando la plaza frente al Munal, está la estatua ecuestre diseñada por el ilustre arquitecto que da nombre a esa explanada: Manuel Tolsá. Mejor conocida como “El Caballito”, se trata en realidad de una imagen de Carlos IV de España, quien en su corcel, ha deambulado por media ciudad: primeramente, en 1803, estuvo en el Zócalo; luego en 1822 fue a dar a los patios de la Universidad, para salvarla de la furia anti-hispana que predominba tras la Independencia; posteriormente en 1852, calmados los ánimos, fue trasladada a las afueras, a lo que ahora es el cruce del Paseo de la Reforma y Bucareli. Finalmente en 1979 fue trasladada a su actual ubicación, en donde ya no desentona. Al mismo tiempo, el escultor Sebastián, sustituyó el caballito novohispano por su más famosa obra, la estructura en color amarillo que también se llama el Caballito y que, con indulgencia, parece un equino.
El edificio detrás de esa estatua es el antiguo Palacio de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, diseñado por el arquitecto italiano Silvio Contri, quien inició su construcción en 1904. Por dentro presenta una hermosa escalera cuyos escalones de mármol ya muestran la huella del tiempo. También hay en su vestíbulo, impactantes esculturas en mármol, de influencia francesa evidente hasta en el título: la famosa “Malgré Tout” (“A pesar de todo”) de Jesús Fructuoso Contreras (1882-1948), que representa a una joven encadenada y desnuda, que se arrastra por el suelo, o la muy escandalosa “Après l’orgie” (“Después de la orgía”) de Fidencio Lucano Nava (1869-1938), una joven desnuda que está recostada y suspendida en el mármol.
El acervo del museo es vasto e incluye todo tipo de obra desde el virreinato hasta mediados del siglo XX.
El último miércoles de cada mes, el Munal abre de 7 de la tarde a 10 de la noche, para que los que trabajamos podamos darnos una vueltecilla.