Esculturas de neón, elementos cinéticos, piezas sonoras y candelabros en cristal de Murano, Italia son parte la primera exposición monográfica del artista conceptual galés Cerith Wyn Evans en México. Las 12 obras que conforman la muestra del artista que comenzó ayudando a Derek Jarman en sus películas, se centran en el trabajo que ha realizado en los últimos 10 años y pretenden profundizar y cuestionar las posibilidades de comunicación y la subjetividad.
La pieza más relevante, E = C = L = I = P = S = E (2015), consiste en una instalación a gran escala que cuelga del patio central del museo: Un texto en neón narra el paso de un eclipse en los distintos continentes. La relación de la curaduría con la arquitectura del recinto aquí queda en evidencia, pues el techo del patio funciona como un reloj natural al filtrar la luz durante el paso del día. Por otro lado, en la primera sala vemos suspendidas tres esculturas de enmarañados geométricos de luces neón, para ello se decidió conservar la iluminación natural y artificial original de la sala para reforzar el diálogo presente entre el espacio y las piezas; una idea contrastante de iluminar en la iluminación.
Wyn Evans (1958) está influenciado por la música, el cine, la literatura y la filosofía, por lo que sus obras —instalación, escultura, fotografía y texto— mantienen referencias puntuales de esto. Es el caso de The Illuminating Gas (2015): Tres discos brillantes fundidos en el espacio que crean formas multidimensionales y recuerdan a la obra El gran vidrio (1915-1923) de Marcel Duchamp.
A Evans le interesa crear experiencias efímeras y cuestionar al espectador respecto a la realidad. Ejemplo de esto son las imperfecciones de sus piezas en las que vemos cables y conexiones, así como la pieza Composition for 19 Flutes (2015) —flautas de vidrio agrupadas y suspendidas en diferentes acomodos— que resuenan en toda el espacio, pero siempre en diferentes volúmenes y timbres. Además, en Sutra (2017) y Mantra (2017) —un par de candelabros de vidrio en Murano que parpadean en respuesta a una partitura tocada y compuesta por el mismo artista— notamos un juego auditivo imperfecto que se codifica en luz y se percibe en un abanico de posibilidades desarrolladas por el espectador.
Es conocido por escribir textos poéticos en luces de neón, jugar con el espacio y la realidad y por trasmitir mensajes en impactantes candelabros. Respecto a estos últimos, en entrevista con Time Out Londres nos reveló: “Odio los candelabros, creo que son las cosas más vulgares, feas e imprácticas. Es como si fueran mis caballos de Troya. No están presentes en sí mismos, son particularmente interesantes. El trabajo real sucede en otro lugar, en la imaginación de la que gente que ve la exposición”.
Para Wyn Evans: