Erinn Springer es una joven fotógrafa y documentalista de Wisconsin cuya visión particular de lo intangible sirvió para crear la serie Vicarious Vials, proyecto fotográfico donde retrató experiencias de sus viajes por el mundo y con el cual se presenta por primera vez en la CDMX en la galería White Cremnitz, en colaboración con la galería Breve.
Springer encontró dificultades para demostrar la sutileza de sus experiencias en el camino, por lo que comenzó a relacionarlas con objetos físicos. En cada viaje, ella destapaba un frasco al aterrizar y lo llevaba durante todo su trayecto. Al final el envase de vidrio era sellado aparentemente vacío. Con el tiempo esto dio como resultado una colección de objetos relacionados a vivencias junto a su labor fotográfica.
¿Cómo surgió la idea de este proyecto?
Me crié en un pequeño pueblo de 1,000 habitantes al norte de Wisconsin. Tengo dos hermanos mucho mayores, así que pasé gran parte de mi niñez viajando en carretera para visitarlos. Fui una niña creativa, pero estaba más interesada en el performance y la música que en las artes visuales. Siempre supe que quería asistir a la escuela en Nueva York, por lo que estudié diseño gráfico en Parsons, The New School for Design. Pasé un año en París, antes de comenzar la serie.
Podría decir que el proyecto comenzó cuando tenía ocho años. Estaba en un viaje con mi mamá y pasamos por Nueva York. Era mi primera vez en una ciudad tan grande, lo que más recuerdo era el olor, era tan diferente a las tierras rurales donde crecí.
En algún momento, saqué mi cabeza por la ventana para respirar y recuerdo que estábamos en alguna parte al norte de Central Park; en el asiento trasero había restos de una caja. Tomé el vaso de plástico y "atrapé" el aire en ese envase. Este acontecimiento junto con mi viaje a Europa hizo mi proyecto. Mi madre aún conserva el frasco en la casa de Wisconsin.
Parece que Vicarious Vials tiene una prerrogativa muy ambiciosa, ¿cómo puede alguien encapsular al tiempo, al espacio y a las experiencias de manera tangible o intangible?
Es un guiño a la noción de las experiencias que son subjetivas y permanecen en el corazón, sin importar cómo están documentadas. Las historias e imágenes pueden tomarse y contarse nuevamente de una forma diferente si hay un objeto físico atado a esas memorias intangibles. Veo el aire como una metáfora para acuñir el significado que realza las fotos y ayuda a la vitalidad de la memoria. Es la fe de que lo invisible aún puede tener presencia.
En algunos de tus escritos mencionas que el recuerdo (o la imagen colectiva) de un lugar depende de su documentación, ¿qué quieres aportar al espectador con tus imágenes?
Con el tiempo, los lugares y rostros se mezclan y la nitidez de la memoria se desvanece. Sin documentación las experiencias se unen y las sutilezas se borran. Todos experimentamos diferentes versiones de vidas similares. Por más individuales que sean nuestros caminos, todos compartimos una base común de la existencia humana: aprender, amar, dar, tomar, llorar, reír... Todos sentimos y experimentamos los mismos lugares y personas pero salvar esos momentos en una fotografía permite a otros recordar lo que han sentido y mostrarles lo que sentirán.
¿Por qué elegiste esos frascos de vidrio para acompañar a tus fotografías?
Es una solución de diseño para explicar el cruce entre ciencia y arte. Representa la forma en que las experiencias de vida tan únicas pueden basarse en un objeto y equipararse a algo mayor como nuestra individualidad como personas.
Al ver estos envases acomodados, podría pensar que son homogéneos, ¿cómo explicarías que cada uno es distinto?
La homogeneidad es una decisión estética para llamar la atención de que, aunque las ampolletas son algo manufacturables, lo intangible, las emociones y los recuerdos dentro de ellas no lo son. Sólo existe algo si tú crees que lo hace y ese es el atractivo que encuentro en la colección. Lo que hay dentro es interpretado por el espectador y cada frasco es tan diferente o similar como éste lo considere.
Con esta serie has viajado a varios países, ¿el orden en que lo haces es preestablecido?, ¿cómo decides el destino?
Algunos sitios son por trabajo o por curiosidad. Los envases vienen conmigo en cada trayecto como un objeto en el que añado algo para la colección. Comencé el proyecto con tres locaciones. Viajé a Canadá, Suecia y Marruecos para tomar fotos y llenarlos. Desde ese entonces, los propósitos y fuentes han sido variados. El último frasco fue tomado en Filipinas, donde viajé para acudir a la boda de un amigo.
En un sentido tradicional, la fotografía documental intenta ser lo más realista posible; sin embargo, en tus imágenes es evidente una visión personal, ¿cómo abordas el momento fotográfico cuando trabajas?
Es un documental estilizado hecho con sentimiento pero veraz. Mi lente se inclina hacia mi imaginación, encuentro muy encantadora a la realidad cuando parece ficción. Mis imágenes son postales del mundo en mi cabeza, pero esta serie es también una representación honesta de los últimos tres años.
¿Qué harás con el material cuando finalices el proyecto?
No creo que terminé. Este montaje representa la primera exhibición de mi serie pero es un proyecto que seguiré de por vida. Pretendo expandirlo no sólo a lugares y experiencias, sino a la gente también.
¿Qué pueden esperar los visitantes de la CDMX?
Hay temas recurrentes que se tejen a lo largo de toda la obra. Encontrarán similitudes a través de imágenes de lugares no relacionados que, cuando se comunican, refuerzan la creencia de que todo está conectado. Cada experiencia contribuye a nuestra perspectiva y enfoque en la vida. Somos parte de todo lo que nos rodea, mezclados por experiencias obtenidas de las vistas que vemos y del aire que respiramos.
Vicarious Vials se presenta hasta el 20 de mayo en la Galería White Cremnitz. Bolívar 87-C, Centro. Metro Zócalo. Gratis.