Carlito Dalceggio se vale de colores explosivos y múltiples simbolismos para crear obras hipnóticas. Aunque ya hemos visto proyectos de él en la ciudad, como la instalación Templo de la Libertad, que se expuso en el MUJAM y la Plaza de Santo Domingo, Celaya Brothers Gallery presenta su primera exposición individual titulada I Do Not Scream For An Audience, I Shout At The Holy.
¿Qué significa ser un artista y cuáles son las responsabilidades que conlleva?
Es entregar tu vida a la búsqueda de la libertad a partir de las ramas de estética. Los artistas son personas que viven fuera de este mundo y realmente capturan la energía y la juntan para descifrarla y la vuelven entendible para los humanos en la tierra. Un artista es un puente entre el mundo de los espíritus y el mundo de los vivos.
Realmente siempre me sentí libre como artista y nunca sentí que tuve que editar mi mensaje, aún en mi visión más oscura, nunca me he censurado. Somos un conjunto de luz y obscuridad, vida y muerte en un mundo de ciclos. El artista tiene la responsabilidad de traer más vida en este ciclo.
La responsabilidad que tenemos es la de traer magia al mundo, somos los últimos espíritus libres. En un universo con tantas reglas, somos los que provocamos en la gente otras sensaciones y les enseñamos otra parte del mundo que no están acostumbrados a ver.
Cuéntanos sobre la exposición I Do Not Scream For An Audience, I Shout At The Holy.
En noviembre del año pasado presenté en la Plaza de Santo Domingo la pieza Templo de la Libertad, que giró en torno a mi visión acerca de la libertad. Dentro de esta muestra escribí un manifiesto en el que hay una línea que dice I do not scream for an Audience, I shout at the Holy. Para mí esta es la forma para inspirar a la gente a buscar su gloria, por eso en mis exposiciones trato de usar varios medios: como el cine, la pintura y las palabras.
Sabemos que tu trabajo tiene muchas influencias de varias partes del mundo ¿México te ha influenciado?
La cultura mexicana es una de mis grandes influencias. México es una de mis tierras prometidas. Mi primer gran viaje, cuando decidí convertirme en artista, fue en busca de un chamán aquí en México. Siempre dije que quería explorar mi espíritu libre a través de chamanes, amantes, poetas y rebeldes alrededor del mundo. Pero mi primer grito de libertad lo encontré en México y desde ese momento he sentido un vínculo muy fuerte con este país.
Aquí todavía existe mucha libertad. En los países de primer mundo casi ya no existe flexibilidad y para ser libre es necesario que exista caos, cosa que no existe en países como Canadá o Alemania. En México tienes la oportunidad de gritar, correr y hacer cosas que en otros lugares ya no.
¿Crees que el significado de una obra es diferente si es presentada en la calle o si se expone en una galería?
Nunca he considerado que exista distinción entre el arte callejero o el de galerías. Yo empecé haciendo murales en la calle antes de que supiera que era street art. Sigo haciendo murales y seguramente a los 80 años seguiré con eso. Mi visión es que el arte puede cambiar al mundo.
En Camboya hice 12 murales en distintos pueblos y nunca tomé registro. No he regresado a estos lugares pero un amigo me escribió el año pasado y me dijo que había visto uno de ellos.
¿El arte es el camino a la libertad?
Es uno de los caminos, no digo que sea el único. Espero que mis pinturas sean un talismán de siete minutos de libertad, que la gente al pararse frente a una obra mía se transporte de esta realidad al mundo de las visiones, y que sean libres por un momento.
La libertad tiene distintos significados y yo no digo que mi camino sea el indicado pero a partir de lo que hago, siento que inspiro a la gente a buscar su propio legado y felicidad.
¿Hay algún artista con el que te gustaría colaborar?
Hay un artista mexicano que se llama Sergio Hernández, es de Oaxaca. La transmisión del mito es uno de los principales y más importantes funciones del arte, es por eso que uso muchas imágenes de divinidades y mitología. Sergio es un gran artista que logra transmitir el mito hacia las nuevas generaciones.
¿Hay alguna disciplina artística que te gustaría explorar?
Cuando muera me encantaría dejar en el mundo por lo menos una pieza de cada una de las bellas artes. He hecho cine, pinturas, estoy terminando mi segundo libro, y estoy por abrir una productora para grabar música. También planeo una obra de teatro. Me gustaría que cuando muera se le dé a la gente un “paquete de Carlito” en el estén todas mis obras.
¿Qué lugares de la Ciudad de México te gusta visitar?
Estoy enamorado de todos los mercados de la ciudad. Todos los domingos visito el mercado de Sonora o el de Jamaica, pero mi favorito es La Lagunilla. Suelo caminar desde mi estudio hasta el mercado para comprar libros, antigüedades y muchas de las cosas que compro ahí suelen convertirse en parte de algunas obras. Creo que los mercados son el verdadero corazón de la ciudad.
I Do Not Scream For An Audience, I Shout At The Holy. Celaya Brothers Gallery. A partir del 25 de febrero.