Hay un territorio fascinante para el arte y, por momentos, escurridizo: la contemporaneidad. Más allá de ser una simple referencia temporal, este concepto tiene la capacidad de trascender fechas y cronologías, ya que lo contemporáneo no es solo aquello que sucede ahora, sino lo que constantemente escapa a nuestra capacidad de comprender el presente en su totalidad. Con esta reflexión (tomada del filósofo Giorgio Agamben) es que ahora el Museo Tamayo nos presenta la exposición El horizonte siempre se aleja.
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Esta muestra busca reunir obras que dialogan con las tensiones, los desafíos y las paradojas del mundo actual. Los artistas abordan temas que se sienten urgentes, vinculados a las dinámicas geopolíticas, las transformaciones sociales y las inquietudes individuales (algo que en especial este año se siente vigente), construyendo un mapa visual y conceptual que nos confronta con la complejidad de nuestros tiempos a la vez que puede ayudarnos a definir (aunque sin afán de completitud) a lo contemporáneo.
También vale mucho la pena decir que la propuesta del Museo Tamayo no pretende imponer una narrativa única ni lineal. Por el contrario, como ha sido desde su fundación en 1981 bajo la visión de Rufino y Olga Tamayo, la colección internacional del museo abraza la diversidad de pensamientos, técnicas y discursos. Y con El horizonte siempre se aleja se sigue esta tradición, dejando claro que el arte contemporáneo es, en sí mismo, un ejercicio de constante cuestionamiento.
¿Y qué podemos esperar al recorrer esta exposición? De forma general un diálogo abierto entre multidisciplinar: instalaciones que juegan con las percepciones del espacio y el tiempo, piezas que interpelan al espectador desde lo político y lo social, así como obras que, desde la abstracción o el simbolismo, aluden a esa imposibilidad de capturar el presente en su totalidad. Sin duda una muestra que invita a ir con la perspectiva abierta.
En última instancia, El horizonte siempre se aleja nos recuerda que mantenerse al día con el ahora es como perseguir una línea lejana: cuanto más nos acercamos, más parece distanciarse. Así, el arte nos ofrece no respuestas definitivas, sino preguntas renovadas y horizontes en perpetuo movimiento.
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