Círculo de arte

Fernando Benítez (uno de los etnólogos más destacados de México) nos presenta el trabajo que realizó Rafael Doníz en los años setenta, cuando fotografió la celebración de Semana Santa de los Coras: “El rostro severo y maravilloso de esa mujer expresa una dignidad enigmática, inmune a las pesadumbres que sufren las mujeres indias”.

Así describe la primera de las 37 imágenes realizadas a color del grupo étnico de Nayarit. La obra de Rafael Doníz presenta “una versión amable y solidaria, cambiando una tendencia diferente de la fotografía, ya que esta lente enfoca la belleza en el mundo”, dice Pablo Ortiz Monasterio.

A lo largo de 35 años dedicados al fotoperiodismo, Cruz contaba con una colección de imágenes que incluían animales como perros, monos, gatos, caballos, aves… todos ellos provenientes de calles de pueblos y ciudades de México, China y Canadá. Con este material fue que se realizó Bestiario, con pasajes surreales de la vida cotidiana que envuelven a quien los mira.

La pluma de Guillermo Fadanelli antecede las visiones en blanco y negro de Marco Antonio Cruz, quien destaca: “Lo que el fotógrafo inventa es el todo en que los peces mueren o los perros se arrastran y revuelcan jubilosos: ese todo concentrado en una imagen compuesta de objetos que en verdad existen, de sombras que no vienen solas”.

Las piezas que integran este libro provienen, más que de una selección con un discurso racional, de un mosaico de estados anímicos de una artista que pinta diariamente alrededor de ocho horas.

“Es una mujer avocada a su trabajo, cuyo universo es el color, así como las sensaciones, la delicadeza y el sueño”, comenta Ortiz Monasterio. Al observar sus piezas se encuentran paisajes iluminados, habitaciones con flores y parejas en toques pastel.

El poeta Alberto Blanco propuso realizar este ejemplar, por lo que es él quien realiza el texto introductorio sobre la obra de la pintora inglesa.

Con una introducción de Naief Yehya, este título presenta una selección de obras creadas por Francisco Toledo que hacen referencia a la pornografía. El pintor oaxaqueño establece un diálogo reflexivo con un tema tabú por medio del sentido del humor.

En palabras de su editor, Pablo Ortiz Monasterio, el lector encontrará un material “muy interesante, atrevido y pícaro”. Las piezas presentadas surgieron de fotos tomadas de revistas eróticas y pornográficas, las cuales fueron intervenidas por el artista con técnicas como el óleo y el collage.