El artista húngaro Gyula Haláz (1899-1984), mejor conocido como Brassaï, tiene un lugar especial por haber fotografiado las noches de París, Francia como nadie, cuando arribó a dicha ciudad con el sueño inconcluso de ser pintor a principios de los veinte, en donde también realizó trabajos periodísticos que incluían sus propias imágenes.
Brassaï no solo destacó por exhibir estéticamente a prostitutas, vagabundos, personas, paisajes oscuros en todo sentido y luz, sino también por ser uno de los primeros fotógrafos en diseccionar el paisaje urbano para retratar símbolos, vestigios y formas involuntarias. De esta manera, visibilizó de forma importante el grafiti que sucedía en las calles de París de los años veinte y treinta. Curiosamente, el “fotógrafo de la noche”, como se le nombra, también es conocido por haber dado luz a la fotografía como una expresión artística y no solo como algo de carácter documental o un oficio.
Luego de presentarse en Barcelona, Madrid y San Francisco, la exposición Brassaï. El ojo de París llega a la CDMX con más de 200 imágenes agrupadas temáticamente en las categorías: París de noche, Placeres, París de día, Grafitis, Minotaure, Lugares y cosas, Personajes, Sociedad, Cuerpo de mujer, Retratos. Artistas, escritores, amigos, La calle y Sueño.
En las imágenes de la vida nocturna de París vemos el dominio con maestría del artista para tomar fotografías nítidas y pensadas con exposiciones largas y tripoide, alejado de la espontaneidad y movimiento de la fotografía nocturna de la época. Por otro lado, en la serie Placeres sí vemos un carácter espontáneo en imágenes que muestran a chulos, prostitutas y maleantes en lugares como el Folies Bergère, cafés, salones de baile y burdeles. También destacan los retatos que Brassaï hizo de sus contemporáneos y amigos como Dalí, Matisse y Picasso, este último le encargó fotografiar todas sus esculturas para apoyarlo a mantenerse después de la Segunda Guerra Mundial.
La exposición fotográfica del Museo del Palacio de Bellas Artes nos deja ver a un hombre que tras la Segunda Guerra Mundial y al no ser un aliado alemán tuvo que fotografiar a escondidas desde su departamento en un quinto piso, donde recibió un disparo que alcanzó el espejo de su baño. Un juego de reflejos entre lo que se ve a simple vista y lo que la cámara delante una mente perspicaz y cuidadosa puede mostrarnos.
Sin duda es una de las exposiciones más esperadas de este 2019.
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