1. Niña vestida de azul, Amedeo Modigliani
Los últimos años de su vida, Modigliani pintó para el mecenas Jonas Netter, quien le pagaba una pensión para vivir cómodamente. Fabiola Garza cuenta que el pintor “entregaba cerca de 20 cuadros al mes. De ahí el coleccionista escogía las pinturas”. Así surgió Niña vestida de azul, un cuadro que retrata a una menor que le traía comida, pero sobre todo alcohol. “No solo pintaba a sus mecenas o Jean Hébuterne (su novia), sino que también a personas que le llamaban la atención”.