Luis Chavira Alva, director del teatro, y Cecilia Bretón Rivas, su asistente, están dispuestos a contar, a quien así lo desee, la larga historia del teatro, historia imposible de transcribir en unas cuantas líneas, pero de la que podemos destacar un hecho: antes era un tiradero, pero supo levantarse de entre la basura y convertirse en una institución respetable.
Concebido para albergar las oficinas de la extinta Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo), el edificio que hoy ocupa el Teatro Sergio Magaña fue recuperado por la Secretaría de Cultura del Distrito Federal hace más de 20 años. Por sus tablas han pasado Santísima, con Alma Muriel, el Ballet Folklórico de Amalia Rodríguez, la flautista Elena Durán, Juanita Quintero y la mismísima Pita Amor. Se han dado casi cuatro mil funciones de El extensionista, fiel representación de la marginalidad campesina.
El teatro galería ha montado principalmente obras de dramaturgos mexicanos como Hugo Argüelles, Emilio Carballido, Alejandro Licona y, por supuesto, Sergio Magaña, “un hombre de pocas palabras, que hablaba fuerte y daba buenos consejos”, como lo describe el director del recinto. Pero también presenta el teatro clásico de Eurípides y Sófocles, La cantante calva, ópera, opereta y zarzuela. En diciembre se enfoca a la presentación de pastorelas. De cualquier manera, cualquier mes es propicio para ir a uno de los teatros más emblemáticos de la ciudad y disfrutar de su escenario que cuenta con más de cien reflectores y dos tiros electromecánicos para la iluminación, similares a los de Bellas Artes.