Los dominicos fueron prolíficos en el poniente de esta ciudad. Lo saben los frailes, los historiadores, pero también los visitantes de este templo ubicado en uno de los principales nodos de la Condesa.
No es el exconvento de Santo Domingo de Guzmán en Oaxaca, pero que su fachada austera de canteras y tezontle no te engañen; por dentro tiene suficiente dorado como para recordarte que no estás rezando en la austeridad de los franciscanos. Sus puertas y bancas son de maderas macizas, su limpieza en pinturas y vitrales exhibe con contundencia y belleza algunos pasajes de la vida cristiana, incluida la vida de Santo Domingo. Aunque podría ser en realidad uno de esos olvidados templos-museo, los feligreses asiduos le ponen el aire de parroquia, además del vendedor de elotes que nunca falta en una esquina.