Este museo es como un laboratorio a gran escala. Cuenta con 2,500 metros cuadrados llenos de juegos didácticos, maquetas e instalaciones que acercan al público al mundo de la ciencia.
La intención de este recinto, que forma parte del Centro de Difusión de la Ciencia y la Tecnología, del Instituto Politécnico Nacional, es explicar de manera sencilla fenómenos físicos. Lo logran al relacionar actividades de la vida cotidiana con principios teóricos que podrían parecer muy difíciles de entender. Por ejemplo, explican cómo los refrigeradores funcionan gracias a los principios de la termodinámica, o que gracias al viento se puede generar energía.
Sus exhibiciones permanentes son diseñadas y construidas por el equipo del museo. Su colección incluye figuras robotizadas, maquetas y esquemas en tercera dimensión; brazos mecánicos y modelos a escala de microscopios. Una de las salas favoritas de los visitantes es aquella en la que se resuelven enigmas sobre la energía y el Universo. Está ambientada con piezas que representan a los planetas de la Vía Láctea y se explica cómo la energía del sol influye en diferentes fenómenos físicos, químicos y hasta biológicos.
También reciben exposiciones temporales, que realizan en colaboración de escuelas del IPN y otras instituciones dedicadas a la divulgación científica.
El museo cuenta con un auditorio equipado con un sistema de proyección digital y audio. Es un lugar perfecto para alimentar la curiosidad de los niños, ya que hay talleres en los que pueden hacer experimentos o disfrutar de actividades recreativas y culturales.
Ofrecen visitas guiadas (previa cita). Recorrer cada uno de los espacios te toma aproximadamente dos horas y media. Acuden frecuentemente grupos de alumnos con sus profesores, así que no es extraño verlos copiando la información de las fichas.
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