Podría llevarse el premio al museo con la arquitectura más peculiar. La brillante y asimétrica fachada, formada por 16 mil hexágonos de aluminio, son sellos particulares del edificio diseñado por Fernando Romero. Sin embargo, deslumbra aún más entrar al recinto y toparte con El pensador, de Augusto Rodin, escultura que, junto con otras 6,200 obras, es parte de su colección permanente.
El recorrido es toda una experiencia. Caminar por las curvilíneas rampas que dan acceso a las seis salas de exhibición se convierte en un viaje a través de la historia del arte. La primera sala consiste en una amplia muestra de artes aplicadas y artefactos fabricados en oro y plata, además de la colección más grande de billetes y monedas del virreinato.
En el siguiente nivel se encuentran las piezas de antiguos maestros del arte europeo y novohispano. Podrás observar obras del Greco, Tintoretto, Rubens, Juan Correa y Miguel Cabrera.
Tal vez una de las salas más concurridas es la correspondiente al impresionismo y las vanguardias. Los lienzos de Monet, Renoir, Van Gogh y Toulouse Lautrec, conviven con los coloridos lienzos de Gauguin, las pinceladas de Picasso y el surrealismo de Dalí y Miró.
La zona dedicada al arte mexicano va de la época antigua a la moderna. Podrás ver piezas de Tamayo, el Dr. Atl, Diego Rivera, José Clemente Orozco y de generaciones posteriores, como la de Soriano y Toledo.
En la parte más alta del museo descansan las grandiosas esculturas de Rodin, acompañadas por obras de sus pupilos Claudel y Bourdelle.
El museo cuenta también cuenta con una sala para exposiciones temporales, un auditorio con capacidad para 300 personas, la biblioteca con un acervo de 3,000 ejemplares, tienda y cafetería. Cada mes organizan actividades y talleres para toda la familia, ciclos de conferencias y proyecciones de cine. Ofrecen visitas guiadas gratuitas.
Aunque recopila críticas por su curaduría y museografía, el acervo es impresionante.