La renovación de este sitio alojado en la colonia San Juan no tiene por qué envidiarle algo a otras realizadas durante la anterior administración de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda. El piso instalado es de mármol, colocaron bancas de piedra y se restauraron las fabricadas con hierro forjado, cambiaron las lámparas de farol por un alumbrado más eficiente, la fuente trabaja como siempre debió hacerlo, sembraron nuevas plantas y eliminaron uno de los cánceres urbanos más difíciles: el ambulantaje. El resultado es tan válido como el trabajo que se hizo en la Alameda Central o la Plaza de la República, pero al ser de una escala más pequeña puede apreciarse mejor. Seguramente los vecinos ya se olvidaron de haber reclamado tanto el carácter histórico, un término confuso, que le adjudicaron a esta plaza. Recibieron una obra limpia, agradable, que se entiende bien con el Instituto Mora. Sólo falta que la Iglesia de San Juan Bautista se integre al juego y entonces los lugareños tendrán muy buenas razones para defender este lugar.
La renovación de este sitio alojado en la colonia San Juan no tiene por qué envidiarle algo a otras realizadas durante la anterior administración de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda. El piso instalado es de mármol, colocaron bancas de piedra y se restauraron las fabricadas con hierro forjado, cambiaron las lámparas de farol por un alumbrado más eficiente, la fuente trabaja como siempre debió hacerlo, sembraron nuevas plantas y eliminaron uno de los cánceres urbanos más difíciles: el ambulantaje. El resultado es tan válido como el trabajo que se hizo en la Alameda Central o la Plaza de la República, pero al ser de una escala más pequeña puede apreciarse mejor. Seguramente los vecinos ya se olvidaron de haber reclamado tanto el carácter histórico, un término confuso, que le adjudicaron a esta plaza. Recibieron una obra limpia, agradable, que se entiende bien con el Instituto Mora. Sólo falta que la Iglesia de San Juan Bautista se integre al juego y entonces los lugareños tendrán muy buenas razones para defender este lugar.
Llegó un mecenas y dijo “quiero un museo”, el alemán preguntó cómo, la respuesta fue: como usted lo decida. De la conversación surge esta escultura habitable, como la definió siempre su autor, pero ha sido de todo, incluso antro. Desde 2005 la protege la Universidad Nacional Autónoma de México y hoy es una reconocida zona de expresión para el arte contemporáneo. Mathias Goeritz no era arquitecto, pero su trabajo se reconoce por el razonamiento del espacio en base a un concepto, en este caso la monumentalidad. Cada objeto encontrado en el recinto muestra grandes proporciones: el acceso, el corredor, la sala principal, el patio. Es un desafío para cualquier expositor ajustarse a los parámetros físicos del museo, pues hay que complementar el sitio, no sólo contenerlo. El medio cultural tiene un comportamiento curioso: de pronto nacen muchas galerías e instituciones que están buscando redefinir la percepción que todos tenemos acerca de un museo, algo que El Eco logró hace casi sesenta años. Allí radica su valor.
Este lugar de comida mediterránea fue, en los años sesenta del siglo anterior, un taller de sonido, luego dos restaurantes, hasta llegar a su estado actual. Su estructura de acero permite disponer de cinco niveles, tres como área de comensales (dos de ellos con barras de servicio), uno para la cocina y otro con los sanitarios. A diferencia de Rexo, el nombre anterior, y la apariencia de estudio industrial que reflejaba, Romero más bien pretende un entorno natural. Mobiliario y pisos de madera, plantas al interior, gama de verdes en la construcción, iluminación cálida, ventanas transparentes y abiertas, todo en conjunto hace que la estancia sea, si se dispone de tiempo, cómoda. Aquí hay detalles simpáticos, como la señalización de las calles Vicente Suárez y Saltillo o las letras “R” en su vitrina, que sugieren un ambiente más informal.
Lo más importante en esta casa, además del lenguaje moderno y la propuesta constructiva, es el uso para el que fue creada. Hay que revisar las áreas: la recámara o el despacho del pintor no son nada si los comparamos con el taller, alto y enorme. También es justo señalar el puente que comunica, física y emocionalmente, a dos maestros del arte en México. Este es un buen ejemplo de cómo el arquitecto interpretó las necesidades de Diego y Frida para mezclarlas con sus propias inquietudes y exhibir el resultado en un edificio funcional. Aunque sólo se trata de un par de viviendas, ha sido objeto de estudio y de provocaciones, como cuando el ingeniero Raúl Castro Padilla dijo que estaba pintada con colores de pulquería. Vale la pena curiosear al lado, en lo que planeaba ser el hogar de la familia O’Gorman (construido nuevamente e inaugurado hace un par de meses). Es evidente la conexión entre los dos trabajos, pero el realizado en la esquina de Altavista alcanza un grado máximo.
Ciudad Universitaria es la más grande proeza estilística, artística, arquitectónica y urbanística realizada en nuestro país durante el siglo XX. Nunca habrá una organización pública o privada que equipare los logros culturales dispuestos en las más de 700 hectáreas que conforman su territorio, esto a pesar de los muchos conflictos académicos, políticos u organizacionales por los que atraviesa. En el conjunto destaca el Espacio Escultórico, una muestra de arte colectivo que varía las reglas de lo que entonces se conocía como espacio público. Sesenta y cuatro grandes bloques triangulares de concreto dispuestos sobre un círculo exterior de 120 metros de diámetro rodean un mar de lava negra cercado en piedra volcánica. Incrustado dentro de la Reserva Ecológica del Pedregal, representa otro momento irrepetible: el ofrecimiento del arte a un público distinto, el estudiantil. Sorprenden los usos tan distintos que se le ha dado a esta extraordinaria figura: se ven desde personas meditando hasta encuentros amorosos. El tipo de cosas que puede generar una obra maestra.
Arquitecto: Alfonso Govela, 2002
El Centro Cultural de España llega en el momento adecuado: el que manifiesta en serio la rehabilitación del Centro Histórico, sin embargo la terraza ha sido de los atractivos principales durante todos estos años. El ingreso, por elevador o escaleras, se realiza en la parte trasera del último piso. El primer signo identificable es la barra de servicio, y al terminar hallamos dos áreas de mesas, la más extensa está al frente del edificio, donde se encuentran los ventanales que permiten, junto a las tapas y las bebidas, comenzar una buena conversación y después, una mejor noche. Es una gran fortuna tener a la Catedral Metropolitana como panorama mientras la fiesta continúa. Independientemente de si hay dj o una banda, la vista nocturna otorga una atmósfera única que todos admiran en algún punto de la madrugada.
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