8 atractivos de la delegación Miguel Hidalgo

Una de las joyas de “Tacubita la bella” es el edificio que erigieron los carmelitas en 1689 para instalar un colegio de artes y filosofía. El conjunto es austero, improbable en la zona, agradable. El retablo principal que había originalmente en la iglesia puede conocerse en el templo dedicado a San Cosme y San Damián, en la San Rafael. Aquí se hospedó Iturbide días antes de entrar a la Ciudad de México como emperador. Hasta la Virgen del Carmen debe asombrarse cuando se entera de la colección de arte sacro que tienen aquí.

A saber qué resulta más desconocido: dónde queda el lago Chiem o qué es un pensil. Sí, con s. Un pensil es un jardín delicioso. El que nos ocupa formó parte de una finca durante la época colonial. El Pensil Mexicano es el único ejemplo de jardín virreinal que queda en el país. Desgraciadamente está en peligro de desaparecer. Se lo debemos a las autoridades que han permitido su deterioro y a los capitalinos que ni siquiera conocemos este lugar. Muy mal por todos.

Este es un buen ejemplo de patrimonio de difícil acceso. La visita tiene que solicitarse mediante un oficio y a veces no la permiten. Vale la pena insistir. Está al interior del asilo de la Fundación Mier y Pesado, a espaldas del Edificio Ermita. La capilla fue mandada a construir por la familia Mier, en 1870 y está dedicada al Santísimo Cristo de la Expiración. Su arquitectura se inspira en el Panteón de Agripa, en Roma. Estamos hablando, pues, de una verdadera curiosidad en pleno Tacubaya.

Este templo, igual que la Parroquia de Nuestra Señora del Buen Consejo (Newton 205) y el templo de San Ignacio de Loyola (Horacio esq. Moliere), representa uno de los momentos más destacados de la arquitectura religiosa del siglo XX en la zona. La sinagoga da servicio a una comunidad judía ortodoxa que tuvo a bien encargarle los vitrales a Mathias Goeritz y Arturo Pani en los años sesenta.

Antes se llamaba Rotonda de los Hombre Ilustres, pero también hay mujeres, aunque sólo sean seis. Entre ellas Emma Godoy y Dolores del Río. Sus más de 100 tumbas sorprenden por los diseños y, por supuesto, por los moradores. ¿Quién iba a pensar que aquí reposan los restos de Agustín Lara, por ejemplo, o de Alfonso Reyes y de Virgina Fábregas? El lugar es apacible. Invita a la reflexión. La tumba de Diego Rivera, con sus alcatraces, es particularmente fotografiable.

Tan tradicional que fue fraccionado unos años antes que la Roma. Sin embargo, no recibe tanta atención. Quizá por haber cambiado su nombre para dar cabida a dos colonias: Tlaxpana y Anáhuac. Quien ha visto el Cine Cosmos, en la esquina de la México-Tacuba y Circuito Interior, o visitado la iglesia de María Auxiliadora, edificada en 1889 en lo que hoy es Lago Xochimilco, ha estado en el barrio, a lo mejor sin saberlo. Son famosos el chicharrón prensado en el mercado, la bravura de algunos habitantes y, por supuesto, las historias del “Tigre de Santa Julia”, de las que escribiré en otra ocasión.