Las joyas llevan casi implícito un aire de frivolidad. Sin embargo, desde la década de los cincuenta, la joyería contemporánea ha tratado de reivindicar esta forma de expresión dotándola de sentido. En esta exposición se busca que la belleza de las piezas no quedé en el vacío de la contemplación.
Se compone por 150 piezas de joyería artística creadas con una inspiración común: la problemática existente en la frontera entre los Estados Unidos y México.
La exposición, curada por Lorena Lazard y Elizabeth Shypertt, destaca el trabajo de 90 artistas interesados en las condiciones de vida de los migrantes.
Un rasgo principal de la joyería contemporánea es la utilización de materiales alternativos en las piezas, dentro de la colección que se presenta es notable ver cómo los artistas juegan con las posibilidades que les da el mezclar piedras o metales preciosos con madera, periódico, plástico, cobre o aluminio.
Pero más allá de la creatividad plasmada los ornamentos, lo interesante es conocer las historias detrás de cada joya, la interpretación del artista. Por ejemplo, el sorprendente juego de collares titulado "Dactilar" de la mexicana Cristina Celis, realizados con porcelana, oro y plata. Estos hacen referencia a la gran cantidad de migrantes que borran sus huellas digitales con cuchillos, ácido y fuego para evitar ser reconocidos por las autoridades y deportados.
En el broche de la artista norteamericana Danielle Embry, "Three Days", se recrea un mapa con pequeños puntos rojos para representar a los croquis que la ONG Human Borders entrega a los migrantes para que ubiquen las zonas de peligro y mayor índice de mortandad en el desierto.
La Frontera es una prueba de que el arte y la belleza no están peleados con un intento por concientizar a la población sobre las problemáticas sociales. Esta colección de joyería contemporánea traduce ideas sobre aspectos sociales, económicos y políticos de una manera inteligente y sutil.