Cosas que hacer cerca del Metro Coyoacán

"Espacio cultural de resistencia civil" es su lema. Y son consecuentes con él, pues aquí se presentan espectáculos teatrales y de cabaret de perfil progresista "en pro de una mejor construcción social". Desde 2005, el colectivo Las Reinas Chulas se encarga de este espacio concebido por Salvador Novo en los años cincuenta. No se come bien, los tragos también dejan mucho que desear, pero ¡qué importa! A El Vicio se va a reírse, a divertirse sin poses, a conocer librepensadores y a olvidarse de si las cosas están bien o no o si dejan mucho que desear o no. Son muy recomendables sus espectáculos de cabaret,  pero en serio muy recomendables.

En lugar de arriesgarse con el alcoholímetro, hay que terminar la noche en El Chupas. Sirve que se le baja a uno el entusiasmo. Y que conoce a más gente. En una de estas por ahí anda el galán o la galana de la fiesta de hace rato. Todo el mundo termina aquí, no le hace que los tacos de la casa lleven, además de bictec, cecina y chorizo, un ingrediente secreto hecho con 127 ingredientes, que quién sabe cuáles son ("hay cosas que es mejor no saber", dicen ellos). Lo importante es que no son caros y que para acompañar te obsequian papa, cebolla, frijoles, nopales, salsas, etcétera. Primero estuvieron afuerita del metro Coyoacán, luego debajo del puente de Churubusco y ahora a un ladito del centro comercial.

Todos hemos ido alguna vez a la Cineteca o a visitar a nuestro amigo que trabaja en el IMER o a casa de una tía en Xoco, y lamentablemente pasamos de largo esta iglesia bonita a la que le llega su fiestecita cada 20 de enero. Vale la pena ir, hartarse de pan de pueblo, comerse unos esquites y preguntarle al párroco qué onda con esos cuadros del XVII arrumbados en la sacristía y que piden a gritos una restauración (¿habrá entre los lectores algún restaurador que quiera echar una manita?).

Entre muros de piedra y de ladrillo se encuentran las tumbas de este cementerio civil, famoso porque aquí mataron a Belisario Domínguez y luego le cortaron la lengua. También es recordado por ser la última morada del campechano Francisco Sosa. Sus tumbas son sencillas, el panteón es silencioso, los visitantes escasos.