Desde sus inicios, el Centro Cultural de España se ha distinguido por ser un espacio audaz. Abrió sus puertas en 2002, cuando a nadie se le hubiera ocurrido que el Centro Histórico se pondría tan de moda como opción para disfrutar de la vida nocturna. Entonces su apuesta fue la de convertirse en un espacio donde confluyen y conviven muchos sectores de la población, que en otro tipo de espacios públicos no tendrían esa convivencia. Es así como, diez años después, siguen apostando por generar un espacio abierto, donde todos puedan sentirse cómodos, convivir entre sí y conocerse. Se trata de un gran foro para el diálogo, la convivencia y la cohesión social.
Para celebrar su décimo aniversario han organizado una serie de actividades a lo largo del año: conciertos, presentaciones, intervenciones artísticas y literatura. Trabajarán no sólo en torno al concepto de retrospectiva sino haciendo un ejercicio de imaginación sobre los próximos diez años: ¿Cómo quieren proyectarse y cómo el público espera que se proyecten? Por supuesto, el principal desafío es mantener el nivel de actividad y de calidad, así como seguir atendiendo a nuevos sectores del público.
El CCE es el resultado de una labor de rehabilitación que consistió en una intervención arquitectónica en dos fases. La primera de ellas, que terminó en 2002, fue la recuperación de la construcción colonial en donde ahora se encuentra, así como la de una cubierta temporal en el predio de Donceles 97. La segunda fase, que concluyó en enero de 2012, consistió en el uso de ese predio, donde se edificó la ampliación que estuvo a cargo del arquitecto Juan Sánchez. Ésta incluye un auditorio, una nueva sala de exposiciones, aulas para talleres, un espacio para seminarios y cine.
Durante los trabajos de ampliación se toparon con una muy buena sorpresa: aparecieron restos arqueológicos que pertenecen al centro ceremonial del Templo Mayor, por lo que se habilitó un museo de sitio.
Y es precisamente el museo de sitio el que se ha convertido en un espacio central en torno al cual se presentan intervenciones y diálogos. Ander Azpiri, subdirector del CCE explica por qué: “Siempre hemos defendido la conservación, uso social y difusión del patrimonio y la cultura heredada”.
Durante abril y hasta junio, el CCE dedicará sus actividades al acceso a la cultura, los derechos culturales y el fomento a la lectura, enfocados a un público infantil y juvenil. En el trimestre de julio a septiembre centrarán sus esfuerzos en la cultura de paz: la construcción de una sociedad más pacífica y de una convivencia social más armónica a partir de la cultura. Los últimos tres meses del año estarán dedicados a estéticas de periferia: todas las manifestaciones periféricas, no solo desde un punto de vista geográfico, sino conceptual. Se tratará de una excelente oportunidad para descubrir lenguajes más marginales, de grupos de población alejados del mainstream.