La Roma se ha convertido en una pintura con formas distintas, pero con colores similares. No nos pongamos tristes, aún tiene mucho con qué abrirnos la boca: cuando el verbo nocturno se conjuga con misterio, expectativa y sensualidad, obtienes la definición ideal para dejarte llevar por la noche.
Afuera de Main Room lees “Baños Roma”, pero es poco probable que la gente disfrute de tomar un baño en regaderas públicas a la medianoche, muy vestidos, peinados y con un olor a bebidas espirituosas.
Es un antro de esos con cadena pesada y complicada, aun con reservación (a través de Facebook) tardamos más de 15 minutos en pasar, después de repetir los nombres una decena de veces.
Sólo los hombres pagan cover y lo hacen en un mostrador repleto de productos de limpieza y artículos personales, como shampoo, barras de jabón (de esas que te ponen en los hoteles de dudosa calidad), rastrillos y lociones.
El acceso es a través de un elevador de doble puerta. Al oprimir el botón “MR”, se abre la segunda y te llega de golpe la vibración de la música con los perfumes dulces y las lociones intensas permeando el aire.
Caminas hacia las destellos de luz blanca hasta toparte con el corazón del antro, la barra. Como es ovalada, permite a los bartenders servir en todas las direcciones. No hay bebidas de autor ni de especialidad, sólo tragos largos, pero te aseguramos que no las necesita.
Si prefieres una mesa tendrás que comprar tres botellas, si no, te sugerimos copear en la barra.
La decoración del antro es la de una suite elegante de hotel: pisos de parquet, sillones de piel y el techo está ocupado por un candil que se expandió y ramificó en todas las direcciones. Los focos se encienden y se apagan con el beat de la música dance, trance y pop que mezclan los dos djs de la noche. La cabina es una cajonera gigante de madera y detalles dorados. Es un espacio que abrió, de manera muy privada, para lucir elegante.
Si quieres ir a Main Room tendrás que arreglarte para una noche de antro. Las mujeres llevan vestido, tacones, marcas de diseñador y por lo menos una hora de maquillaje, mientras que los hombres caminan en zapatos lustrados y camisas planchadas. Sin pretensiones, cada personaje se permitió un estilo personalizado.
En estos baños se esconde un antro sofisticado que persigue la excelencia. Y aunque le falta solucionar los retrasos en la cadena, es un punto muy aparte del estilo de la Roma, por si te mostrabas incrédulo y querías algo incomparable en la zona.